(a G.R.H., y su grado en Filosofía)
No era de extrañar que el alma se me fuera tras de ti…
al reconocer aquella magia que una vez me dio vida.
La intuición no falla… mas bien somos nosotros quienes, empeñados en no hacerla caso, ignoramos adrede lo que yace desnudo frente a nuestros ojos. Aquellas profundas conversaciones que se extendían hasta despuntar el alba, o las inconclusas llamadas telefónicas escuchándonos mutuamente los ronquidos, tan sólo por permanecer un rato más en la complaciente negación de la distancia. Esa supina inteligencia en la que hallé mi propia humildad; admirándole desde abajo, como una niña que apenas alcanza las rodillas de la grandeza. Cada lección. Cada consuelo en los momentos de flaqueza. El espejo en que reflejó cada una de mis debilidades. El fino descaro con que tantas noches me hizo enfrentar junto con él la desnudez del amor. Aquello no era sólo una cuestión de años de más, de experiencias de vida. Algo dentro de mí debió intuirlo al instante, que lo eligió a él y al encanto de sus dulces palabras, con las cuales tejió una red con qué envolver mi corazón por primera vez.
Hace veinte años que vive a mi lado, que duerme a mi lado, que me ama… Veinte años desde aquel primer «I do» que unió nuestras vidas. Y justo ahora, a estas alturas del partido, cuando ya son pocos los descubrimientos capaces de sorprenderme en asombro y admiración, que descubro que todo este tiempo he estado casada con un filósofo.
– ¡Te amo!
– I love you more…
– More than what?
– More than words
– … and you damn love words!
– Yes I do!
V. Hayes para T.B. (2019)
A Trancas y Barrancas 