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Fondo vs Forma…

Fondo vs Forma
La efectividad al momento de transmitir una idea.

«Con cubierta roja, rosada o plateada, es lo mismo. Todos son chocolates»
Blanca Miranda Merced

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by Miranda Merced

Me admira la capacidad creadora de esta mujer que tengo a bien llamar amiga. Me admira mayormente por su dulzura y la paciencia con la que suele transmitir sus ideas. Ella, posee esas cualidades tan particulares que diferencian a los simples educadores, de los verdaderos maestros. Pero mi nota no tiene la intención de exaltar los múltiples atributos que admiro en mi estimadísima amiga, sino tomar este inspirador ejemplo que nos brinda, para llamarme y llamarnos a una no muy profunda reflexión.

No es nada nuevo ni tampoco original, el tema de la forma y el fondo, pero sí es uno de esos que necesitamos recordar constantemente, para no volver a caer en las conductas que tanto criticamos en otros. Cuando se desea transmitir un mensaje, con la intención  que el mismo cale en la mente y corazones de nuestros lectores y/o interlocutores, se ha de cuidar no sólo el contenido del mismo sino también la manera en que se transmite.

Siempre que ante una situación doy la razón a cualesquiera de las partes, termino amonestándome a mi mismo, pues la razón no es de mi propiedad para que la ande otorgando yo a diestra y siniestra. La razón es de ella misma y del tiempo… y es sólo en ese incansable transitar de horas, días, meses y años, que ella termina por entregarse voluntariamente al más acertado contrincante.

Siempre que existe una pugna de cualquier índole, es común que una o ambas partes recurran a la violencia verbal: insultos personales y  ataques sucios a las ideas del otro; olvidando con ello que no es más asertivo quien pega más duro… ni más verdadero quien grita más fuerte. Debemos cuidar sobremanera -a fin de proteger la idea como fin último- el cómo estamos transmitiendo el mensaje.

«El otro pegó primero, me agredió primero, me insultó primero, me faltó primero el respeto…», es el argumento que parece validar el derrotero de la mayoría de las discusiones; y aunque ciertamente la violencia, en todas sus manifestaciones, sólo engendra más violencia -«Ojo por ojo, diente por diente»-, cuánto ganamos cuando en lugar de responder con más de lo mismo, ponemos la otra mejilla y dejamos en evidencia pública el carácter de nuestro oponente. ¡Cuán magnánima es dicha conducta! ¡Cuán ejemplar! Después de todo, la meta debería centrarse en ganar adeptos para nuestra causa, no de demostrar cuán vil y mezquinos podemos llegar a ser. Si su opositor sólo sabe obrar de dicha manera, evite caer en la tentación de seguir sus pasos.

Si su deseo es convencer, independientemente de si se encuentra o no en posesión de la verdad, no olvide que el griterío, las maledicencias, la violencia física y verbal, puede terminar distorsionando su mensaje… y con ello, termine usted siendo medido con la misma vara con la que mide a ese opositor que tanto desea denotar (dejar en evidencia).

La experiencia me ha demostrado que «la razón» habla con ideas claras y profundas, su voz es suave y agradable al oído; convence, no amedrenta; está cimentada en la lógica y el entendimiento, no en el circo que buscan crear los detractores del bien y la bondad, para su enfermiza entretención.

No lo olvide, hay maneras y maneras de decir las cosas, de transmitir las ideas, de promover el cambio a mejor en la mente y los corazones de los hombres y mujeres. ¡Tenga cuidado! Cuide las formas y maneras, para que no se pierdan sus ideas en el barullo de lo intrascendente y baladí. Al final del camino, todos daremos cuenta de nuestras palabras… al menos eso dicen, a mí no me lo crea.

¡Gracias Blanca, amiga!, por seguir inspirándonos, con su buen ejemplo.

Sus amigos de
Trancas Barrancas

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by Miranda Merced