… y florecen.

 

Se acerca despacio,
saboreando lo dulce de una victoria incierta,
tanteando el terreno a cada paso…
sinuoso
confiado
certero.
No logro ver sus ojos
ni su intención vedada a la distancia,
pero conozco la frase
-antes la escuché de otros labios-.

También conozco de la suavidad
con que se escapan sus palabras, caprichosas…
de la descarga inicial que aterriza sobre la espalda
… y se expande,
de la mixtura de inocencia y descaro
con que te sabe nublar la razón.

En un monosílabo se detienen las aguas,
suspendidas…
a la espera de anegar la lucha que por entero me estremece,
o el más mínimo conato de sublevación
… y aquel espíritu que se traga las palabras, pasa de nuevo.
… y luego el silencio.

Sonríe…
y mis dudas se deshacen en un roce.
Aguarda…
desnudo al fin de intensiones y artilugios.
Los olvidos,
se detienen a jugar entre sus dedos

cuando toca cada nervio del pasado.

Con precisión avanza…  y temo,
a la negrura cercana de sus ojos
a la altivez imponente de su gesto
a sus manos de hombre -inmensas, poderosas-,
al deseo de hacer suyo lo imposible
a la mortal estocada de su beso.

Finalmente, 
su lluvia desciende sobre cada poro dormido
… y florecen.

V. Hayes
©2011

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