Tocarte

A Trancas y Barrancas

Busco tu rastro en todos los enseres que cotidianamente tocaste: la botella de agua al lado de la cama, de la que bebieran tus labios sedientos después de amarnos; el libro que dejaste sin terminar, todavía marcando la página 73 de un trama cuyo final no me atrevo a conocer; el cobertor del almohadón de plumas, el cual me niego a lavar por no perder definitivamente el olor de tu perfume y tu sudor…
Lo que no he tocado ni tocaré es tu taza de café a medio tomar. Ahí se conjugan, en una sola pieza, mis mayores tesoros: la marca de tus labios en un carmín rosado, tu saliva mezclada con el líquido frío y aquella imagen de la taza suspendida mientras cubría tu pecho… el mismo con que alimentaste mis sueños más dormidos, unos momentos antes de que hiciera la foto.
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Ante la imposibilidad de tocarte, esta…

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