Las Viejas Heridas…

Las llaves están donde siempre, detrás de la maceta de los geranios, puedes venir cuando quieras. Esta mañana ha soplado un viento inmisericorde y el cielo, de pronto, se llenó de nubes desgarradas, como nosotros. Ya sabes, me deprimen los días sin sol, pero el sol también me hace daño en la piel y la reverberación de sus rayos me daña la vista y me obliga a llevar gafas de ciego. Es muy común que las cosas que nos hacen bien también nos dañen, como nosotros que nos amamos y a la vez, sin querer, nos destruimos y nuestra piel se llena de heridas, de bellas heridas que nunca desaparecen.

Juan Yanes

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