Nerolí… que tibio te deslizas por entre mis espacios vacíos con rumbo al sur… Calma con tu beso de azahar mi miedoa arder
en el fuego incesante que habita sus ojos oscuros, negros, como la noche.
Mójame con tus aguas. Úngeme con tu aceite y cúbreme con tus flores cuando el amanecer me encuentre desnudo y embriagado en sus amores.
Miraba el río… y veía los rostros de aquellos cuyo descanso eterno se detuvo en el fondo de piedra y lama. Introducía sus dedos menudos en las aguas, como si intentara con ellos besar la corriente… como quien busca mitigar la agonía de aquellos rostros angustiados que le devolvían la mirada.
Hay días en los no nos sirven aquellos consejos que ya sabemos de memoria. Días en los que no importa cuál pie besó primero el piso. Días, en los que una obsesión te roba el tiempo y te quedas absorto recreando las escenas de cómo debieron haber resultado las cosas, hasta comprobar que se ha enfriado tu café.
Pocas cosas nos fastidian tanto como las ideas preconcebidas de cómo debe ser la vida. La absurda obsesión de querer manipular la corriente del río en lugar de simplemente recrearnos en sus aguas, hasta sentir que su pureza ha barrido con toda la suciedad que nos cubre… y los pensamientos, libres al fin, fluyen hasta alcanzar la paz que tanto se desea.
La vida es… y nada más. Las circunstancias son las que son y poco más se puede hacer que mover el cuerpo al compás de la corriente, allí donde necesitamos más de su fuerza. Confundir los roles y pensar que se puede controlar al río, es una sandez propia de los tontos de esquina. Y tú y yo sabemos bien que de tontos no tenemos ni un pelo.
¡Pero sí!, hay días en donde se te enfrió el café, y tienes que levantarte a colar una nueva taza que probablemente verás volcarse gracias a la torpeza de unas manos por demás distraídas. En esos día malos, como solemos llamarlos, no desfallezcas… levántate y cuela una tercera taza de café, porque la tercera casi siempre es la vencida… y si no lo fuese, queda la posibilidad de seguir intentándolo hasta convertirnos en esa excepción que rompe con toda regla.