¿Cómo gritarle al mundo que estás desesperado cuando no tienes voz? ¿Acaso tiene medida?, como otros han intentando etiquetar la locura, diseccionarla y lograr entender aquello que desde un principio les fue prohibido. Me pesa la espalda, los huesos, la vida… y cada día son más los lastres que se apilan, impidiéndome respirar. La voz se ha ido. El pecho, apenas si se mueve. Ya ni los dedos se rebelan en falsas tintas que dibujan verdades. Siento que es demasiado. Sólo resta morirme… mas no puedo. Aún me tiene atado el hilo de tu recuerdo.
Como minúsculas prisiones entretejidas, son:
la orfandad que encuentro en tu mirada,
mi razón de creerme inexpugnable,
tu necesidad constante de mi aliento,
el orden con que abrazas la rutina,
toda la indiferencia que me acusa.
El áncora que fuimos -alguna vez refugio-
ahora es como lastre sobre el lomo cansado.
La levedad que revistió tu entrega,
se impone cual un peso insoportable…
Me quema de empujarme la piel contra el asfalto
mientras a ti te ahoga en un sueño imposible.
Este encierro compuesto de pequeños detalles,
de fútiles momentos, de instantes imprecisos,
terminarán cobrándote el amor, mujer
… y a mí la vida.
Como é posible que un corpo tan miúdo, tan pequeno, duns corenta e cinco quilos apenas, poida lastrarme as ás con tanta furia… impedíndome remontar?
*
¿Cómo es posible que un cuerpo tan menudo, tan pequeño, de unos cuarenta y cinco kilos apenas, pueda lastrarme las alas con tanta furia… impidiéndome remontar?
A Trancas y Barrancas 