Archivo de la etiqueta: Origen

Resurrección

 

Esperé que me salvara el hombre.
Que alimentara mi cuerpo y lo sanara,
que lo hiciera hermoso, como el hombre mismo dijo que era la hermosura.
Nada fue hasta que yo misma lo reclamé.
Y fui saciada y sana y bella.
Y caminé olvidando lo aprendido.

Creí nuevamente en el otro.
Que me colmara de felicidad y de alegría.
Me encontré con la violencia, el genocidio y el engaño.
Entonces fui triste…
el recelo y la angustia se apoderaron de mi alma.
Me alejé porque le creí carne, como decían los que lo vendían en el mercado.

Interrumpí el camino,
(duele la ruta si no llega a ningún lado).
Me revolqué en el estiércol hasta impregnarme de su origen.
Provoqué mi propio asco,
mi desprecio,
renegué de mi.
Cuando ya no hubo ruido y había muerto la esperanza,
aprendí a llorar con los animales,
aspiré el verde,
me reí con los niños: los vivos y los muertos
Y allí, en una esquina olvidada de la más insignificante célula que me definía
Encontré el Dínamo, la Fuente, la Energía.
Allí estuvo desde siempre.
Y reanudé el camino, esta vez sin buscar afuera.

©B.Miranda M. para T.B.
(2014)

by Damian Madray
by Damian Madray

Bienaventuranza…

No tengo ninguna intención de disculpar a la realidad sus continuas impertinencias. Para eso ya está la ciencia. Mi interés del día de hoy se circunscribe a ciertos aspectos de la vida que se presentan ante mí, desnudos de leyes, descatalogados e impredecibles. Es de eso, si puedo, de lo que quisiera hablarles. De las voces que surcan el aire en medio de la niebla, por ejemplo; de los apetecibles manjares con los que sueño en forma de libidinosas fresas, y de míticas travesías de jugos río arriba… por citar otros dos ejemplos válidos del tipo de cosas que me gustaría hablarles hoy. En realidad debería tener la capacidad de ser más estricto aún y limitarme a compartir con ustedes ciertos enigmas. Por ejemplo, el enigma sobre qué ocurrirá el día que alguien me cante al oído “soñar contigo”, o el misterio que me hace llevar siempre en el bolsillo derecho del abrigo una bóveda celeste repleta de nebulosas, o el arcano secreto por el cual tengo la sensación de no hacer otra cosa que escribir con tinta de alondra copias redundantes de mí mismo. Reduciendo aún más el centro de interés, debiera confinar mis comentarios al hecho de informarles de mi incomprensión absoluta sobre el origen de las fuerzas que me empujan a decir cosas inexplicables tales como “sobre ti flujo y me reflujo en el crisol de las lontananzas”. Me leo la mano y me digo a mí mismo la buenaventura: bienaventurados los que duermen abrazados -me digo- y eso que me digo, aunque lo comprendo, me pone triste.

J.F.G. para T.B.

by Trancas Barrancas
by Trancas Barrancas