Tendrías que haber escuchado ese grito…
gestado en la más urgente soledad,
desde las profundidades
de mis entrañas que te nombran,
de mis besos, resecos de esperar tu savia,
de estas noches de insomnio
cavilando tu encuentro.
Tendrías que haber visto toda la libertad
que inundó de luz la estancia,
la vieja mecedora,
mis manos temblorosas.
Tendrías que haber estado tú,
para ensordecerte
con el arco de mi espalda,
con los espasmos,
con la mirada
-clavada en tus pupilas de niño
que ama como hombre-
de mujer plena,
feliz,
imperturbable.
Tendrías que haber escuchado
aquel grito que destrozó el silencio en añicos
… y lo llenó todo.
#vitahayes
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El Flautista
Le sorprendió la indelicadeza de sus dedos al tocarla. Llevaban prisa por asirla, por hacer realidad aquel sueño que venía comiéndole la cabeza hacía días atrás. La tenía enfrente, mas todavía no podía creerlo. Había nacido incrédulo de vocación. La agarró con desespero, -ella se dio cuenta-, y logró medir con el propio puño lo abundante y generoso de sus labios salados… húmedos, lampiños y resbaladizos. Sintió una descarga en medio de la espalda, y a la vez un deseo incontrolable de apremiar aún más sus prisas, cuando ella le susurró al oído: «tengo que irme». Lo había hecho adrede, había esperado hasta el último instante de aquel primer encuentro, para arrimarse a él -poco después de que él intentase besarla y ella le respondiera colocándose nuevamente la mascarilla, mientras sonreía y, jocosamente, presentaba su negativa con un gesto airado de su cabeza moviéndose de lado a lado.
Dejó que ella le sacara la mano del pantalón, tan sólo para poder rogarle que le dejar verla un poco más… y, sin quitarle la vista de encima, la tocó justo al centro del pecho, como si sus dedos fueran la llave que diera paso al deseo. Cuando dirigió sus manos hacia la derecha, ella liberó de su prisión de encaje el seno izquierdo. Él sonrió, pareció gustarle evidenciar su preferencia… y entonces fue allí donde se produjo la magia.
Toda la desesperación con que había intentado complacerla en un principio, se esfumó de a una. Parsimonioso, procuró con sus labios el oscuro pezón. Cuando lo tocó, lo hizo con tal maestría, tan delicadamente, con tanta ternura… como un niño agradecido ante el alimento que se le ofrece.
Y fue hombre,
y fue niño,
y fue el orgasmo con el que ella le evocaría aquella misma noche, a solas con su recuerdo.
#TrancasB
El Necio…
Ayer en la tarde vi pasar a un necio sosteniendo entre sus manos un jarrón transparente, que parecía vacío. Al ver la firmeza con que apretaba la tapa del mismo, le pregunté:
– Hombre… ¿qué llevas ahí?
– Al viento.
A.Hayes (2012)
8 de Marzo…
«Desde la más radical desigualdad o, lo que es lo mismo, desde la más absoluta de las igualdades, qué gusto da poder mecer la cuna misma de la vida, pudiendo ser testigo casual de las gotas de templanza, ternura y llanto con las que sazonas el transcurrir de mis días.» JoséG.
Un Dragón se Acicala…
Abecedario… A
Anoche fui hombre y creí poseer a un hada. Se llevó mi aliento y mis sentidos. Me privó de su canto, que pensé tan mío. Ya no sentí su aroma de plumaria amanecida, ni el sabor embriagante de sus besos. Se marchó con las sombras y al despertar el día, tenía rubíes entre mis dedos, y en la mente una poesía.
Miranda Merced para T.B.
Hombre Herido…
No llama la atención, pero si te acercas un poco más podrás ver que la piel debajo de la piel tiene profundas estrías. Que más abajo de las arrugas, como en estratos, camina su alma devastada por la intemperie. Tiene tatuados sus recuerdos en el rostro como un maori y marcado su antebrazo con un número. Esto es especialmente doloroso porque esconde un pasado desgarrador. El fondo está surcado por las hendiduras que produce el aire cortante del invierno y su espíritu no es mas que un papel que mueve el viento, estragado por el llanto. Déjalo en papelera, es uno entre millones. Tú no puedes hacer nada.
Juan Yanes
NO ESTOY ENAMORADA DE TI…
Soy la mujer a quien un día abandoné mientras me imploraba a gritos que no me fuera. Soy mi hija, que lo escuchó todo sentada en el suelo del pasillo con las rodillas pegadas al pecho. Soy esa misma mujer años después acostada con un hombre a quien no quiere porque conmigo aborreció el amor. Soy su cara de asco cuando los primeros rayos de sol iluminan al tipo que duerme a su lado. Sigo siendo sus pensamientos, su respiración nerviosa y sus ojos vacíos, cada mañana cuando mira el despertador.
Julio Romero
Hombre Erótico
Hombre erótico, sos la única conexión real con el cosmos, sos tan infinito y mágico que le puedes dar a la mujer, hija de Eva, la dicha de procrear, con lo que llaman pecado… yo lo llamo Amor y dicha. Tonta de aquella que no te disfrute y no te cuide, tonta aquella que no crea en ti. Ese sí sería un verdadero pecado.
Susana San Juan
Testimonio…
Yo, voy reviviendo la ansiedad que me provocan los recuerdos, a medida que le cuento mi historia. Él, notando el aumento de mi desesperación, en el hablar apresurado y sin pausas,
me toma las mejillas, entre sus grandes manos
y me besa,
me besa,
me besa…
… dos, tres, cuatro, cinco veces seguidas… cada vez más despacio,
bajando su ritmo y mi marcha… impartiéndome su paz.
Y yo le amo, le amo, le amo…
¡Dios! ¡Cuánto amo a este hombre!
V.Hayes (Enero 2014)
Santaclós…
El sueño donde santaclós nunca fue hombre por completo, y tampoco animal, se repetía con insistencia. Ya se sabía su mirada sátira. Recordaba aquel olor selvático capaz de estimular cada poro aún antes de extasiarse en la firmeza de unos músculos, que aquella capa carmesí debelaba con sus movimientos.
Los cuernos, su cabeza de antílope sazonado, embrutecían la lógica. No podía entender cómo su dureza le despojaba de todo temor, sino al contrario, le urgía tocarla, acariciarla, temblar ante la certidumbre de que su presente no sería un juguete, ni el sonido de su garganta una risa hueca.
De más está decir que no era un santaclós para niños ni para niñas. No. No era paternal la mirada. Era la de un silvano que cuidaba lo salvaje, que prometía la pureza natural de un bosque inexplorado de emociones merecidas, y prohibidas hasta entonces.
Llegó a desear que el sueño fuera la realidad, tan solo por una noche cada año.
Para no dejar nunca de creer en él.
B. Miranda Merced
Pity (English)
I pity… every man that doesn’t have you.
G.R.H.
***
I
Compadezco… a cada hombre que no te tiene.
II
Compadezco, a cada uno de los que no te tiene.
En el Octavo Día…
En el octavo día creó el orgasmo. Entonces vio que era bueno… de hecho, demasiado bueno, por lo cual decidió dividirlos en intervalos breves, lo suficientemente pequeños como para que la memoria no pudiera retenerlos… y obligar así a que el hombre y la mujer necesitasen procurarlos cada vez.
#FJGonzalez