Archivo de la etiqueta: Soledad

Tendrías que haber escuchado…

Tendrías que haber escuchado ese grito…
gestado en la más urgente soledad,
desde las profundidades
de mis entrañas que te nombran,
de mis besos, resecos de esperar tu savia,
de estas noches de insomnio
cavilando tu encuentro.
Tendrías que haber visto toda la libertad
que inundó de luz la estancia,
la vieja mecedora,
mis manos temblorosas.
Tendrías que haber estado tú,
para ensordecerte
con el arco de mi espalda,
con los espasmos,
con la mirada
-clavada en tus pupilas de niño
que ama como hombre-
de mujer plena,
feliz,
imperturbable.
Tendrías que haber escuchado
aquel grito que destrozó el silencio en añicos
… y lo llenó todo.

#vitahayes


by VitaHayes

¡Feliz!

Estoy feliz de haber crecido entre personas gordas, viejas, negras… porque con ello aprendí a amar, desde muy temprano en la vida, a «los distintos del mundo». Aprendí a calibrar la belleza en su justa medida y a encontrarla en los lugares más insospechados. Aprendí a amar la profundidad con que nos viste la inocencia y a traspasar la apariencia con una sola mirada… hasta percibir la verdad que avergonzada se oculta a los ojos del mundo, sin tener porqué. Qué inefable e inusual privilegio, encontrar significado donde otros sólo hayan vacío y soledad.
¡Qué privilegiada he sido toda mi vida!
Y yo sin saberlo… ^_~

#vitahayes

by desconocido

La Noche Está Viva…

El cansancio y la tristeza no han de impedirte la claridad en el buen juicio, o la piedad al momento de alimentar a cualquier criatura de la noche que, hambrienta, te suplique piedad en un momento en que la soledad matiza cada momento de tu vida. Pero, ¡cuidado! Estos seres impiadosos muerden. Las enfermedades que pueblan su consciencia, y sus acciones, son infinitas y no conocen fronteras. Penetran debajo de tus uñas. Conocen todos los rangos y las formas y los colores del dolor. La noche está viva.

Rubén Lamarche

by Fernando Oliva
by Fernando Oliva

 

Te Digo del Viento…

Te digo que el viento es tan fuerte, que me roba el aire que he de respirar y por unos segundos, siento asfixiarme.

Te digo que el viento se ha llevado el polvo del camino y ha dejado la tierra desamparada, cuarteada y dura. Ha borrado todas las huellas y las que se pudieran hacer. Como si nunca hubiera estado.

Nunca estaré, no quedará nada de mí, dice el pérfido viento.

Si en polvo nos convertimos al morir, el viento ha arrastrado a los muertos de esta tierra. Aquí, ahora solo quedan vivos que temen morir aplastados por las cosas que el viento les lanza furioso. Se ha llevado las nubes y parece querer llevarse el sol, que flaquea en su brillo.

El viento aúlla y su salvaje odio quiere arrancar los árboles que intentan tumbarse llorando verde de puro terror.

Lágrimas arremolinándose…

El viento me da un poco de miedo porque mueve el banco en el que me siento para escribirte estas cosas que solo pueden pensarse en soledad. Y piensa quien me ve escribir sentado contra el viento, que es terrible estar tan solo.

Tiene razón en lo de estar solo; pero no es terrible.

El viento frío como una muerte, como una anestesia inyectada en la vena; me roba la humedad de los labios y los parte. Me arrebata el calor de las mejillas y en algún momento me hace temblar sin control; pero lo extraño es que el corazón parece hervir, parece un fuego atizado en una fragua. Corazón ardiente y dedos fríos porque no se puede escribir con guantes: pierdes el contacto contigo mismo.

Si tiene que doler, que duela.

Te digo del viento en soledad, porque si estuvieras a mi lado, no podría prestar atención más que a tus ojos y tus labios. A tus palabras y silencios.

Concluyo que eres más poderosa que el viento. Eres la que atiza el fuego del corazón que el viento no puede apagar. La creadora de una soledad, que el viento no arrastra, sino trae.

Te digo palabras que el viento no se podrá llevar, las escribo con tinta de plomo en un cuaderno que ni el viento arrancará de mis fríos dedos.

Es hora de volver a casa, sin huellas.

Invisible y efímeramente.

Adiós.
.
Pablo López
*
Qué bueno. El viento sopla hoy muy fuerte… pero he salido a caminar. Debía combatirlo para avanzar… Debía cerrar la boca para poder respirar… El viento se lo lleva todo y te lo devuelve en plena cara… tierra, hojas… Hoy he ido a caminar y he vuelto con la cabeza oreada… – Marisa Bermúdez
*
¿Qué es el viento ante una pluma de plomo, pesada como la eternidad? ¿Qué es él, ante el pensamiento lúcido, ese que respira quedo tras la nuca? ¿Qué es él, ante una mente bien torneada, de esas que quitan el aliento? No, si no es nada.  – Lynette M. Pérez
*

by desconocido
by desconocido

Camino

 

(Como un remolino de viento decorado por polvo y arena su hermosura era algo efímero y pasajero, sus constantes eran otras que no estaban a la vista y que nacían en el centro del remolino, donde sólo hay paz en movimiento.)

Caminaba por lugares llenos de gente para sentirse acompañado pero su soledad, como una sombra, le seguía a todas partes… y aunque muchas veces deseó deshacerse de ella, seguía sintiendo su poderosa aura de tranquilidad y sosiego como algo necesario para sus procesos emocionales y psicológicos. Era un día caluroso con algo de viento, lucía despeinado en sus rizos con ligero aspecto canoso y se encontraba inmerso en un proceso de apertura de los sentidos escuchando a la gente hablar y reír sin que ningún otro quehacer ocupase su mente. Siempre miraba a los ojos a los niños y a los perros, éstos le devolvían miradas de ternura y alegría con la que empapar su corazón de sentimientos nobles y puros. Nunca se centraba en lo que hablaba la gente. La gente puede decir muchas tonterías y banalidades, sin darse cuenta en medio de las conversaciones y él consideraba peligroso prestar atención a las comidillas, los susurros y los alardes a plena voz; se puede contagiar uno con el virus de la insensatez por cualquier descuido… y después de enfermar, y abrir la boca repitiendo los procesos del contagio, ya no hay solución. Él se entendía mejor con silencios y se ponía nervioso cuando alguien intentaba explicar qué hacía un buen día mientras todos podían ver el sol. Sólo por la forma de saludar de la gente espontánea, que da los buenos días al vecino sin conocerlo, ya sabía cómo se sentía esa persona y le reconfortaba que las conversaciones fuesen tan profundas con tan poco. Permanecía pues en un estado de cautela como un anciano cruzando un lago helado, discreto como un invitado… y sólo rompía esta forma de entender la vida cuando se encontraba con un alma vieja atrapada en un cuerpo joven, una de esas almas sensibles que eran capaces de preguntar un ¿qué tal? o ¿cómo va el día?, a un desconocido, con verdadero interés por conocer la respuesta, escasas rarezas de la psicología que apenas son propias de niños y animales; para él, joyas vivientes, guardianes de la expresión creativa, hacedores de momentos, como un filósofo, un pintor o un poeta compartiendo su pasión; leyendas casi anónimas que llegaban para quedarse y que sin saber cómo se hacían un hueco en su corazón y en su memoria para siempre, ese tipo de persona que son capaces de dar un beso a los pocos minutos de conocerte, sin esperar el amor eterno por ello… en verdad sin esperar nada, sin el deseo posesivo de controlar el tiempo y el espacio.

La verdadera luz está en los ojos del que contempla lo iluminado sin mirar al foco. El verdadero sonido está en el eco interno que provoca la nota que suena y no en el objeto emisor.

A. Tejeiro Galván (2017)

 

by Mihoko Ogaki
by Mihoko Ogaki

Julio…

«Pocas cosas como el dolor, para darle a la vida una nueva dimensión…
y una perspectiva completamente distinta.»
Jc. Brenny


Eres la eterna soledad que me acompaña

y la cuna de todas mis nostalgias…
las que un día se levantaron con el viento
mientras les deshojaba, preguntándome
por un futuro que nunca veríamos cambiar.
Fueron todas a morir contigo,
a ese gris de ausencia que se posa
sobre todos mis recuerdos de ti.
¡Y te amo! Te sigo amando como la primera noche
en que te fuiste a dormir a mi lado de la cama.
Te amo en la memoria de cada abrazo último
que se entrega a la salida de cualquier aeropuerto…
para celebrar tu sonrisa y tus hombros anchos.
Pero me duelen… todos los besos que colgados
se enfriaron a la espera del nunca jamás.
La vejez que no viviremos,
los hijos que no malcriamos juntos
tus canas que nunca serán, y las mías que no llegan.
Las notas del piano que todavía aguardan por tus dedos…
y las de mi guitarra que enmudecieron
antes de hacerse música.
Todavía me duelen… las risas que siguen dormidas,
porque eran para reírlas contigo… ¡hermano!

©V.Hayes (2013)

Piano.png

Todo Cuanto Hice…

Dije “te quiero”, pero mentía.
Ahora comprendo que la inercia
mató la palabra hecha promesa.
Este quedarme quieto,
con la boca abierta,
esperando hambriento tus encantos
… no ha de llamarse amor
sino egoísmo.
Y tú ya no eres tú…
mas bien
el condensado residuo que resta
al agotar las noches de soledad
donde te inventé a mi lado.
Y ya no vives tú,
viven tus versos en mí.

Dije “te quiero”, pero mentía…
estoy enamorado
de un recuerdo de ti.

©Jc. Brenny (Marzo 2013)

by Daisuke Kiyota
by Daisuke Kiyota

Última Introspección

Me abalancé sobre la soledad promisoria;
nada vino a mí
a pesar de todo.
Resbalé sobre sus lomos acerados,
la herida respondió latiendo
sorpresivamente,
chillando en crujir de huesos.
Nadie respondió.
Silbo del viento, tan solo.
Las capitanas arrastradas,
después de la locura,
dirigieron sus abrazos secos lejos de mí,
hacia el horizonte.
El eco del tiempo ignorado,
secó mis cueros al sol
después de la última lágrima.
Inclemente
al frío
lacerante de paréntesis.
Nada hallé en mi interior.
Busqué incansable azules
resuelto en nudo nonato.
La naturaleza siguió su curso,
luz y entenebros,
las aguas remansaron y bulleron
en oleaje póstumo,
ignorantes de mí
tanto como yo de ellas.
Quedó un animal olvidado,
solo,
inconsciente,
mostrando los dientes a la luna.
Después de los procesos habituales,
ley de la termodinámica,
todo siguió su curso.

D.Grustan I

Avispa
by desconocido

 

 

Vuela el tiempo…

Vuela el tiempo y yo con él.
Remontan las palabras
cargando con ellas mis sueños,
mientras los silencios
echan raíces en todo
lo verdaderamente importante.
Estoy solo.
Y comienzo a pensar
que nunca dejé de estarlo,
a pesar del ruido
y de las voces.

Gusto de mi soledad,
de mis silencios…
pues las verdades
como haces de luz se revelan
sólo para mis ojos.
Sé que hay otros como yo,
pero ya no me molesto en buscarlos.
Que ellos me encuentren,
si tal cosa es posible.
Que crucemos miradas,
y al coincidir
… allí, donde no se pronuncie
palabra alguna,
sabremos que hemos sido.

JcB.  para T.B.

vuela-el-tiempo
by desconocido