La garra de la muerte se me clavó en la espalda… y sobre mi corazón cerró su puño. Luego la fue arrastrando despacito, hasta desprenderlo de su sitio, prolongando el dolor. Se posó frente mío… y lastimó mis ojos con impasible compasión, mientras se alejaba con él en manos, todavía. Eché a andar, con el pecho intacto… y quienes me veían, admirados en mis senos gloriosos y la tersura intacta de su piel, no podían notar el hueco a mi espalda, al centro mismo, donde me habitó una vez el corazón … que a sabiendas, se empeñaba en florecer.
La dispepsia fue más severa de lo que inicialmente se pudo pensar. No valió discurso alguno. Toda la noche se pasó vomitando las flores con que las indigestas metáforas le llenaban el estómago revuelto.
No tiembles quieras, por flavor no sueñes flores ni llores como lluevas. ¿Te están soplando como un vidrio de Murano y cuelgas al final de una caña? Pon el filo de la lengua en la raya y sopla. Tú pon el filo en la raya y no hagas preguntas, ni dejes de soplar porque entonces el vidrio se abre como una flor ajada y se rompe en mil pedazos. Procura no volver a enamorarte del aire, ¿entiendes lo que digo? No vayas por las ínsulas extrañas, no columbrees más. No menoscabes, que los asfódelos se desordenan en el jardín buscando el aire entre las negras hojas de acanto. No te abduzcas del eje corporal ni te columpies sobre ti misma que te puedes caer. No hagas cosas extrañas ni te pongas alabanciosa ni vayas corriendo a esconderte en el aljibe. Querida, cuídate mucho del aire.
Le imaginaron un nuevo significado a la palabra Amor. Uno que desafiaba todo cuanto hasta entonces habían vivido, y usado alguna vez de referencia para clasificarlo. Fue tan desvergonzada la ausencia de palabras, tan descarada la desnudez con la que se enfrentaron el uno a la otra, tan desenfrenada la angurria con la que se devoraron… que de los cielos, las estrellas verecundas caían como una lluvia de cerezos desflorados. Cual testigos silentes, yacían entre los juncos, las flores como fábulas.
Tejió un manto de flores, para colocarle por alfombra bajo sus pies cansados; para arropar su cuerpo, desnudo de ternuras; para besar su pelo, manchado de rumores; para sanar su piel, herida de metralla… para calmar la bestia que llevaba por dentro y matarla de hambre, cual si fuera posible. Porque sólo con flores se atragantan las bestias que en los días sin sol se alimentan del corazón del hombre.
Cuando el alimento comenzó a escasear, el continuaba plantando flores, que misteriosamente amanecían a las puertas de aquellos desesperanzados que estaban apunto de morir. Así lo hizo hasta el último día en que el hambre vino a por él.
Cada mañana planto ventanas como flores… en el vano ejercicio de volver a sentir tu peso sobre mi espalda Busco el rastro de tu boca entre los objetos que besaron tus labios y dejaste esparcidospor la casa
Tu botella de agua
duerme ahora en la mesa de noche,
agudizando mi sed
… mientras mis dedos
buscan en las mías tus orejas.
Y aunque la ausencia de tu risa
hace añicos todos los cristales
y los amasa junto a mis magdalenas
… cada mañana,
asido al «incansable frenesí de la nostalgia»,
vuelvo a plantar ventanas como flores.
A Trancas y Barrancas 