Si no me besas, no daré un paso más. Y detuvo de improviso nuestra caminata. Mis enormes ojos se desorbitaron de incredulidad al ver cómo se plantaba frente al Palacio de Oriente, estratégicamente ubicado junto a una de las terrazas, desde donde le llegaba el rocío de agua con el que refrescan a los comensales en el abrasante verano madrileño. ¡Pero estamos en medio de la calle! Repliqué. Volvió a mirar hacia el pequeño abanico que justo en el momento le entregaba otro beso de rocío, y tras pintar esa sonrisa distémica con atrevida premeditación contestó: ¡me puedo pasar aquí toda la tarde! Y se encogió de hombros.
No te lo puedo creer… todos nos están mirando. Si no me besas, no daré un paso más; quiero que el mundo sepa que eres mía, VidaGrande…y este me parece un buen lugar para comenzar. Entonces le besé. Y me besó. Y nos besamos frente a transeúntes despreocupados y comensales curiosos, a quienes descubrimos sonriendo cuando aquel beso infinito concluyó. ¡Vamonos de aquí! Dije con un rubor indistinto entre calor y vergüenza. Pero si hemos llegado… justo aquí está reservada nuestra mesa. Completamente despreocupado, señaló hacia la esquina más próxima a nosotros, donde precisamente nos esperaba la única mesa vacía.
Allí nos sentamos, tomamos un aperitivo, comimos unas tapas. Allí vimos caer la tarde de domingo y sentí cómo poco a poco se desvanecían primas vergüenzas y culpas ancestrales. Allí, donde me besé en público por primera vez… en total libertad.
#vitahayes
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Profilaxis
(… a un año de la Pandemia)
La primera vez se tocaron tan sólo con las miradas… luego vinieron los roces furtivos que condensaban su eternidad en apenas unos segundos. Jugaron también a dejar para el otro el rastro de su olor, en los lugares más insospechados; y llegaron a besar apasionadamente objetos que terminaban, como por arte de la intuición, en la lengua y los labios del otro. Hacía tiempo que lo venían practicando… ante la imposibilidad de poder amarse física y abiertamente, habían aprendido a tocarse de las maneras más variopintas y curiosas.
De ahí que cuando anunciaron las nuevas disposiciones que prohibían, entre otras cosas, el contacto físico en lugares públicos, sus carcajadas volvieron a recrearse mutuamente en el desafío de seguir buscando nuevas formas de seguir tocándose, delante de los ojos distraídos del resto del mundo.
#TrancasB
Marzo 2020
De no Besar…
Se me secaron los labios… de no besar (te).
V. Hayes para #TrancasB
Tormento…
La memoria
de los triángulos de mi cuerpo
recuerda hoy tu boca,
besando el sur de mi sonrisa
para luego, ascender por mi vientre
hasta mis labios… y escocerlos,
con el salobre estambre de tu lengua.
Hoy… no me fue posible, amor
esquivar tu recuerdo.
TrancasBarrancas
Distancia…
Cuando se besaron tu orilla y la mía,
el Atlántico se redujo a un simple charquito.
© V.Hayes (2012)
Manto
Tejió un manto de flores, para colocarle por alfombra bajo sus pies cansados; para arropar su cuerpo, desnudo de ternuras; para besar su pelo, manchado de rumores; para sanar su piel, herida de metralla… para calmar la bestia que llevaba por dentro y matarla de hambre, cual si fuera posible. Porque sólo con flores se atragantan las bestias que en los días sin sol se alimentan del corazón del hombre.
La Gran Vía
«Llegará el día en que lamentarás
no haberme besado en cada alto
que nos regalan los semáforos.»
¿Sabes qué? Tenías razón…
Hoy no puedo ver una puta luz roja,
sin recordar los que sí.
T.B.