¿Y qué es el vacío?, que se vuelve como una fría esfera en el estómago, que deja sin movimiento a los ojos y pone en los pies, el calambre ilusorio de pisar el infinito.
Martín Reyes
¿Y qué es el vacío?, que se vuelve como una fría esfera en el estómago, que deja sin movimiento a los ojos y pone en los pies, el calambre ilusorio de pisar el infinito.
Martín Reyes
No sé tú… pero a mí me tocan las palabras.
Me asaltan por la espalda para besarme el cuello, y de ahí deslizarse cuesta abajo… no sin antes detenerse entre mis hombros y al unísono apretarlos desde dentro.
Al pasar por las costillas, me hacen reír… y en mis hoyuelos sacros se detienen lo suyo, dibujando círculos concéntricos en puntillas de pie.
Si estoy así, como lo estoy ahora, acostada… suben despacio las colinas de mis nalgas y toman su descanso en las planicies de mis muslos. Me besan detrás de las rodillas y al llegar a las plantas de mis pies, me hacen cosquillas nuevamente.
En raras ocasiones, aunque suceden, se dejan caer de golpe, todas juntas… imitando a la perfección el peso del cuerpo de mi amante -cuando agotado, descansa la faena sobre mi espalda-.
Unas veces me sorprenden, me encienden, me desbordan; otras me arrullan, me duermen y me calman.
No sé a ti, pero a mí… hay quien sabe tocarme con palabras.
Ahora que puedo,
recuerdo tus pies erguidos en la cama,
distendidos,
juguetones,
junto a los míos, pequeños siempre
al compararse,
por más que crecieron.
También tus manos grandes, tan llenas
de curiosidad,
de talento,
de cariño…
las que tanto abrazaron mis dedos,
como buscando hacer un retrato táctil,
indeleble,
de cada uno de sus accidentes,
de cada vivencia en sus alturas
y en cada depresión, de cada beso…
y tus uñas cuadradas, hermosas,
tan iguales a las mías.
¿Por qué tus pies y tus manos?
Ni puta idea…
pero es lo que recuerdo,
ahora que estoy sola como nunca antes
porque soy yo quien a mi lado
ya no quiero a nadie.
Si te pienso… papá,
mira cuán hermoso llega a ser el silencio.
#vitahayes
Había olvidado lo simple que era escuchar la mar. La última vez que mis pies pisaron la arena, lo hicieron junto a los tuyos, aprensivos y tambaleantes. Tus pies retorcidos y deformados por la polio. Tus pies que se cansaban el doble de rápido de todos los demás pies que alguna vez toqué, que alguna vez besé. Lo que sí fue firme, fue el abrazo que se prolongó hasta bien pasada la madrugada. La madrugada frente al mar, plagada de besos, que llegó demasiado pronto, como el cansancio de tus pies. ¡Sí! La última vez que estuve frente al mar, lloré… lloré de dicha, de felicidad, de amor… de ese amor profundo que te hizo lanzarte a la arena a pesar del dolor… y quedarte a mi lado, mirando cómo atardecía en aquella playa desierta de caracolas y futuro.
Yo no he vuelto… ¡no sé tú!, y en mi desidia olvidé lo simple que resulta escuchar la mar. Por eso hoy, que sus manos pequeñitas acercaron hasta mis oídos aquel enorme caracol de lambí, volví a recordar nuestra historia… volví a escuchar la voz de la mar murmurando una mentira: «te amo, vida grande»… y se parecía tanto a la tuya. Vi, en el azul de sus pequeñas pupilas, la profundidad enigmática de aquel Atlántico nuestro, que ahora nos humedece los pies desde orillas opuestas. Único testigo de una historia de amor, que se quedó dormida en una caracola.
TrancasBarrancas (2018)
#TrancasB
¡Anoche estuve tan cerca… de volver a tocar tus pies!
©V.Hayes (2012)
Soy la humedad…
que prometieran a tu
lengua sedienta.
©M.A.
*
Para gustar de
las profundidades
hay que aprender a
bañarse en lo hondo
… mojarse
más que los pies.
©Jc Brenny
Yo… fui el agua
que te besó los pies
y vino a refrescarlos,
para que pudieras
seguir tu camino.
El café que ayudó
a agudizar tus sentidos,
la brisa
que te tocó despacio
y prolongadamente…
Para avivar
lo que pensabas muerto,
yo fui esa agua de sal
en tierra de nadie,
que se evaporó con sol
al día siguiente.
Y aunque detuve el tiempo
para ti,
en ese sin nombrarnos,
sabíamos bien
que no sería eterno.
Yo… como esas cosas
que pasan sin pasar,
nunca vine hasta ti
para quedarme.
TrancasBarrancas
Se detiene en cada espacio,
como si pudiera ver
las heridas invisibles
de mi espalda lacerada.
Las mismas que se esconden
tras la sonrisa amable
de todo aquel que encuentra
lo que no anda buscando.
Esas heridas sin nombre,
porque las cosas que se nombran
pasan a ser reales
… y la realidad no siempre es bella.
Por ello quedan allí,
impronunciables,
aunque latentes.
Se detiene
en cada pétalo de piel que deshoja,
como si presintiera
el pimpollo reverdecido
que todavía late
en el interior de todo lo marchito.
Se detiene
y yo… amo cada pausa
que, con sus pies diminutos,
marca sobre mi espalda,
sobre mi vida.
©JcB. para T.B. (2013)
Dame la palabra… y pondré el mundo a mis pies.
#TrancasB
Tejió un manto de flores, para colocarle por alfombra bajo sus pies cansados; para arropar su cuerpo, desnudo de ternuras; para besar su pelo, manchado de rumores; para sanar su piel, herida de metralla… para calmar la bestia que llevaba por dentro y matarla de hambre, cual si fuera posible. Porque sólo con flores se atragantan las bestias que en los días sin sol se alimentan del corazón del hombre.
(… se garantizan resultados)
Para poder volar
es imprescindible
un cuerpo de mujer…
un verso único e ininterrumpido
con que envolverla
desde la punta de los pies
hasta allí, dónde se pierde la cordura
… y el rollo rústico
de un aromático Cohíba,
para fumarlo después
de haberla amado.
©JcB para T.B. (2013)
¡Tócame!, para saber qué se siente
cuando te hierve por dentro la sangre…
Cierra los ojos e imagina su torso entre tus brazos, sus manos anudadas a tu cuello y esas caderas poseídas por la cadencia del danzón. Carne contra carne, huesos contra huesos, en tan sólo un mosaico del piso de cuadritos… en un rítmico vaivén que hace oda al cimbrear de la palma y al beso de la ola sobre la arena… hasta que el sudor y las intenciones, se hacen uno.
¡Ahhh! ¡Eso es Caribe! Las ganas de bailar mientras con sus labios rozándote la oreja te susurra al oído: “prometí que si bailabas un danzón cubano conmigo, te devolvería la fe.” Entonces, cuando la suavidad del danzón cede paso al montuno, exhaustos de amores y de amarse, abandonan la orfandad del mosaico para lucirse y coquetearse con los pies. Amparados por un punto de contacto que les electrifica el deseo y la piel… se miran con el asombro de la propia admiración y la incredulidad latente de saberse… tan cierto como aprendieron de los abuelos cuando los vieron bailar danzón por primera vez.
V.H. & Jc.B. para Trancas Barrancas