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Fiebre de ti…

(… a Eugenio Rivadeneyra P.)

Para el resfriado del cuerpo se tomó una sopa de pollo, bien caliente, con mucha cebolla. Para lo del alma, no había remedio… -aunque las sonatas de Myaskovsky, poco a poco, fueron mitigando el dolor-.

Aquella noche, sudó una fiebre que casi le cuesta la cordura.

©V.Hayes (Diciembre 2012)

sopa-de-pollo
by V.H.

Primer Alimento

La yelda levedad de tus pechos… me ofrecen
su masa como pan destinado al sacrificio,
para aplacar la furia de mis hambres.
Harina, agua, hurmiento… y mis manos,
se entregan a la hipnótica faena, de procurar
aquel primer alimento de mis nostalgias.

Un ir y venir en movimientos,
ahora suaves… ahora más contundentes,
van dando forma al trigo de tu piel.
Sobre la artesa te descanso, y descubro
bajo la visión oculta de sus mantas,
la turgente firmeza de tus lunas nuevas
y esos hoyuelos que Él tallara
cuando amasaba el barro al final de tu espalda.
Embriagado… en una mezcla de sudor y levadura
… amaso, sobo, dejo recentar, levo…
y el fuego de los leños aguarda crepitante.

Hinco los dientes y siento tu firmeza
Arde mi boca con el vapor que emana tu sonrisa.
Y soy un hombre, un crío, un viejo…
deleitado en la imposibilidad de este milagro
que multiplica tu miedo y mi locura.

«Te dejo descansar sobre el escaño
y al poco tiempo contemplo tu regreso
… entre las manos una taza de café,
el pan, el queso, un guiño y susurrando:
“amor, ya vuelve a estar listo el desayuno.”

Trancas Barrancas

Danzón

¡Tócame!, para saber qué se siente
cuando te hierve por dentro la sangre…

Cierra los ojos e imagina su torso entre tus brazos, sus manos anudadas a tu cuello y esas caderas poseídas por la cadencia del danzón. Carne contra carne, huesos contra huesos, en tan sólo un mosaico del piso de cuadritos… en un rítmico vaivén que hace oda al cimbrear de la palma y al beso de la ola sobre la arena… hasta que el sudor y las intenciones, se hacen uno.

¡Ahhh! ¡Eso es Caribe! Las ganas de bailar mientras con sus labios rozándote la oreja te susurra al oído: “prometí que si bailabas un danzón cubano conmigo, te devolvería la fe.” Entonces, cuando la suavidad del danzón cede paso al montuno, exhaustos de amores y de amarse, abandonan la orfandad del mosaico para lucirse y coquetearse con los pies. Amparados por un punto de contacto que les electrifica el deseo y la piel… se miran con el asombro de la propia admiración y la incredulidad latente de saberse… tan cierto como aprendieron de los abuelos cuando los vieron bailar danzón por primera vez.

V.H. & Jc.B. para Trancas Barrancas

Nightclub by Jeff Carter 1957
Nightclub by Jeff Carter 1957