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Te Digo del Viento…

Te digo que el viento es tan fuerte, que me roba el aire que he de respirar y por unos segundos, siento asfixiarme.

Te digo que el viento se ha llevado el polvo del camino y ha dejado la tierra desamparada, cuarteada y dura. Ha borrado todas las huellas y las que se pudieran hacer. Como si nunca hubiera estado.

Nunca estaré, no quedará nada de mí, dice el pérfido viento.

Si en polvo nos convertimos al morir, el viento ha arrastrado a los muertos de esta tierra. Aquí, ahora solo quedan vivos que temen morir aplastados por las cosas que el viento les lanza furioso. Se ha llevado las nubes y parece querer llevarse el sol, que flaquea en su brillo.

El viento aúlla y su salvaje odio quiere arrancar los árboles que intentan tumbarse llorando verde de puro terror.

Lágrimas arremolinándose…

El viento me da un poco de miedo porque mueve el banco en el que me siento para escribirte estas cosas que solo pueden pensarse en soledad. Y piensa quien me ve escribir sentado contra el viento, que es terrible estar tan solo.

Tiene razón en lo de estar solo; pero no es terrible.

El viento frío como una muerte, como una anestesia inyectada en la vena; me roba la humedad de los labios y los parte. Me arrebata el calor de las mejillas y en algún momento me hace temblar sin control; pero lo extraño es que el corazón parece hervir, parece un fuego atizado en una fragua. Corazón ardiente y dedos fríos porque no se puede escribir con guantes: pierdes el contacto contigo mismo.

Si tiene que doler, que duela.

Te digo del viento en soledad, porque si estuvieras a mi lado, no podría prestar atención más que a tus ojos y tus labios. A tus palabras y silencios.

Concluyo que eres más poderosa que el viento. Eres la que atiza el fuego del corazón que el viento no puede apagar. La creadora de una soledad, que el viento no arrastra, sino trae.

Te digo palabras que el viento no se podrá llevar, las escribo con tinta de plomo en un cuaderno que ni el viento arrancará de mis fríos dedos.

Es hora de volver a casa, sin huellas.

Invisible y efímeramente.

Adiós.
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Pablo López
*
Qué bueno. El viento sopla hoy muy fuerte… pero he salido a caminar. Debía combatirlo para avanzar… Debía cerrar la boca para poder respirar… El viento se lo lleva todo y te lo devuelve en plena cara… tierra, hojas… Hoy he ido a caminar y he vuelto con la cabeza oreada… – Marisa Bermúdez
*
¿Qué es el viento ante una pluma de plomo, pesada como la eternidad? ¿Qué es él, ante el pensamiento lúcido, ese que respira quedo tras la nuca? ¿Qué es él, ante una mente bien torneada, de esas que quitan el aliento? No, si no es nada.  – Lynette M. Pérez
*

by desconocido
by desconocido

Si hubiera de morir…

Si hubiera de morir dentro de unos instantes, escribiría estas sabias
palabras: árbol del pan y de la miel, ruibarbo, coca-cola, zonite, cruz
gamada. Y me echaría a llorar.

Uno puede llorar hasta con la palabra «excusado» si tiene ganas de llorar.
Y esto es lo que hoy me pasa. Estoy dispuesto a perder hasta las uñas, a
sacarme los ojos y exprimirlos como limones sobre la taza de café.
(«te convido una taza de café con cascaritas de ojo, corazón mío»).

Antes de que caiga sobre mi lengua el hielo del silencio, antes de que
se raje mi garganta y mi corazón se desplome como una bolsa de cuero,
quiero decirte, vida mía, lo agradecido que estoy, por este hígado
estupendo que me dejó comer todas tus rosas, el día que entré a tu
jardín oculto sin que nadie me viera.

Lo recuerdo. Me llené el corazón de diamantes -que son estrellas caídas
y envejecidas en el polvo de la tierra- y lo anduve sonando como una
sonaja mientras reía. No tengo otro rencor que el que tengo, y eso
porque pude nacer antes y no lo hiciste.

No pongas el amor en mis manos como un pájaro muerto.

Jaime Sabines. 1961

Circle of Life
by desconocido

Julio…

«Pocas cosas como el dolor, para darle a la vida una nueva dimensión…
y una perspectiva completamente distinta.»
Jc. Brenny


Eres la eterna soledad que me acompaña

y la cuna de todas mis nostalgias…
las que un día se levantaron con el viento
mientras les deshojaba, preguntándome
por un futuro que nunca veríamos cambiar.
Fueron todas a morir contigo,
a ese gris de ausencia que se posa
sobre todos mis recuerdos de ti.
¡Y te amo! Te sigo amando como la primera noche
en que te fuiste a dormir a mi lado de la cama.
Te amo en la memoria de cada abrazo último
que se entrega a la salida de cualquier aeropuerto…
para celebrar tu sonrisa y tus hombros anchos.
Pero me duelen… todos los besos que colgados
se enfriaron a la espera del nunca jamás.
La vejez que no viviremos,
los hijos que no malcriamos juntos
tus canas que nunca serán, y las mías que no llegan.
Las notas del piano que todavía aguardan por tus dedos…
y las de mi guitarra que enmudecieron
antes de hacerse música.
Todavía me duelen… las risas que siguen dormidas,
porque eran para reírlas contigo… ¡hermano!

©V.Hayes (2013)

Piano.png

Desagüe…

(… a Óscar París)

Las bocas de tormentas,
a pesar de ser menudas,
guardan dentro del vientre
hombres que se han tragado enteros…
y que no viven ya,
a pesar que respiran.

Su hipnótica hermosura es engañosa,
como la de tantas otras
que cruzaron mi camino.

La vi caer…
abandonarse en la espiral de su danza,
a la líquida complicidad de las aguas.
La vi entregarse,
como si de antemano supiera su destino.
Vi una hoja caer…
y hasta este día
había sido su único testigo

… la vi morir.

‪‎TrancasB‬arrancas

by Oscar Paris, desague
by Óscar París

Buen Aniversario

Un día como hoy, empecé a morir… en una tortuosa carrera, con detalles cada día más imprecisos que van embelleciendo con el paso del tiempo. Sólo aseguro la tibieza de sus abrazos, las seis veces que hicimos el amor aquella noche primera y la sonrisa -de quien es en la vida por primera vez feliz- con la que caminé hacia mi propio paredón.

TrancasBarrancas

Mucho más que dos
by desconocido

Sicario…

Today, it’s a beautiful day to die.*
a José Álvarez Arnal

(En los bosques de mirtos, vagan los amantes
que han muerto por desesperación amorosa.
Mientras, en el río de las almas,
nuevas manos temblorosas

se sumergen ansiando encontrarse.
Buscan con prisa,
como temiendo ser sorprendidos por Radamanto,
uno de los trece jueces de los infiernos.
O que Core,
consumida de celos ante su encuentro,

descargue su ira contra ellos.

El amor es una prisión… sacralizada, pero prisión al fin.
Si sabemos bien lo que es, ¿por qué creemos en él? )

Atho & Acuar

I
La noche volvió a vestirse de gabán negro, fumándose el vapor de asfalto de otra candente tarde de julio. Convocó a sus hijos. De las sombras comenzaron a salir más que murmullos: un olor mezcla de suciedad, orín y sangre seca, ascendía desde las alcantarillas -abandonadas largo tiempo por la lluvia-, diluyéndose con otro menos ofensivo que evocaban sudores compartidos, besos mojados y perfume barato.

Las seductoras criaturas que miran desde el fondo de su tormento, plagaron las esquinas atiborradas de ruido mucho antes de morir el sol; te asedian con ojos entreabiertos, ojos de largas y rizadas pestañas. Con una mano extendida hacia ti buscan complicidad; con la otra, fuertemente apretada en un puño, piden clemencia al hongo mágico que encierra los vapores de una botella empañada, -el mismo que te hace reducir o agrandarte dependiendo del tamaño del hueco por donde
buscas escapar del mundo.

Los viejos letreros de neón, que encandilaban los ojos de la noche con su perfidia, cobraban ahora una sonrisa burlona, tétrica, pero en cierto modo renovada. Mis pasos no buscaban ni llegar ni alejarse, por el contrario, se perdían. Una súbita y helada racha, de esas que cuando soplan barren con todo -incluso con el cariño-, me hizo esconder las manos temblorosas dentro de los bolsillos y bajar la cabeza, buscando proteger el rastro de sal marcado en mi rostro. Odiaba mentirle, pero no sería la primera vez:

(“Se cruzarán nuestras miradas perdidas, en cualquier ciudad del mundo donde haga menos frío que en nuestras vidas. Me invitarás a un café que aceptaré sin pedirte razones… y mientras me observas, romperás la caricia del silencio al decir que mis ojos son la cosa más hermosa que has visto en ese día; yo sonreiré, tan sólo para que te des cuenta de tu equivocación: lo más hermoso que verás es mi sonrisa.

Llegarás a quemarte en mis entrañas, ¡lo sé! Subirás las colinas de mis pechos y repetirás mil veces que me amas, mientras yo te creo a medias los “tequiero”. ¡Cuántas risas hemos reído juntos!, ahora desgranadas en recuerdos marchitos sobre el pasto seco de un otoño que ha llegado prematuramente.

Abrázame fuerte… que las magnolias ya no florecerán en invierno y su olor embriagante sólo permanecerá intacto en la memoria de esta noche infinita.”)

En vano busqué la virtud dentro de mi cobardía. Sonreí con ganas, al recordar aquella frase de “la virtud es potestad sólo de los muertos”. Sus palabras no dejaron lugar a las dudas. Dolió escuchar la verdad de sus labios mentirosos, aunque fuese tan sólo por una vez. ¡Sí!, fue mi culpa: mi ausencia dio vida a los fantasmas que ahora me atemorizaban. He debido ir a su encuentro cuando tenía que hacerlo, pero ya era demasiado tarde para volver el tiempo o refugiarme en trilladas e infantiles excusas.

Una figura indefinida, buscando aferrarse, me rodeó la espalda mientras susurraba una oferta de amor, barata y tentadora… pero ya eran muchos los días de cultivar el silencio, intentando adivinar cómo sería aquella ansiada eternidad que me seducía con los brazos abiertos. Por ello respondí a su invitación con un silencio tenebroso, oscuro como mis ojos negros, que le caló hasta los huesos y le heló el alma. Por primera vez, en todo el día, me pregunté si en mi rostro ya empezaba a adivinarse el espectro de la muerte. Sentí hambre.

La noche aún era joven, como yo. Cerré los ojos y en la oscuridad de mis pupilas comenzaron a desfilar alucinaciones escatológicas:

Vi mi cuerpo revolcarse de dolor en el suelo inmundo, mientras unas manos poderosas e invisibles retorcían mis entrañas.
–¿Me envenenarían?

Sentí el filo del acero clavarse, centímetro a centímetro, abriéndose camino sobre la piel rasgada y el músculo que cedía a su paso. –Quizás me maten con una puñalada.

Vi un relámpago de luz rompiendo la barrera de un segundo infinito, atravesando con gracia el corazón que aminoraba la marcha de su paso continuo, hasta detenerse por completo.
–¿De un disparo certero, acaso?

Sentí crujir mis huesos, rendir su pobre resistencia, hacerse añicos ante la presión incesante que les aplastaba.
–O tal vez me terminen de una paliza.

Vi a la nada, esperando por mí con los brazos abiertos, mientras un viento fresco me besaba el rostro y anunciaba, al marcharse, el final de tan corto viaje.
–¿Me arrojarían al vacío?

Ya fuera de un modo u otro, sentía como mi sangre se alejaba en un hilo infinito que se perdía más allá de mi vista. Imaginé tantas maneras de perder la vida -ninguna tan benigna como deseara años atrás-, hasta que las visiones se fueron apoderando de la noche, agotándola, haciéndola vieja y cansada… como mi alma. ¿Cómo? ¿Cuándo? Se despertaba en mí una intriga que, lejos de inquietarme, me hacía especular morbosamente con la idea de saber todos los detalles.

Tan sólo habían transcurrido dos noches, desde que cerrara el contrato y pagara el dinero. Me temblaba la voz, pero mis instrucciones fueron contundentes: “pago para que me quiten la vida, pero no deseo saber ni el cómo ni el cuándo ni dónde me llegará la muerte”. Mis pasos vagaron perdidos, hasta que mis ojos dieron con la evidencia de otra resurrección del sol. Aunque todo parecía indicar lo contrario, ayer no fue el día.

II

Luego de un tiempo importante seguía allí, desesperando. Hasta que tocó a mi puerta. Me miró con unos ojos profundos, rasgados y tiernos… mientras se desabrochaba el gabán, dejándolo caer como por descuido sobre el sillón. Su cuerpo reflejaba el incandescente color canela de su piel, completamente desnuda y descubierta. Me dijo con una voz firme pero serena: “sabes por qué estoy aquí».

Me encontraba frente a frente a mi sicario. Aquel día empecé a morir.

© V.Hayes para T.B. (2003)

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* Hoy, es un hermoso día para morir.

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Nota: Relato publicado en “Al pie de la Letra”. Diario Frontera de la Asociación de Escritores de Mérida.

by desconocido
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