Archivo de la etiqueta: Amantes

Amantes que se quieren…

Menos…

Tendida espera impetuosa,
sobre ella penetro al gemir de sus encantos,
con alientos entre cortados, la desvisto
de espasmos,
sin aire ni vocablos,
sin tiempo que delate eternidades,
aún con besos moribundos,
en vilo de mi cuerpo asido a sus carnes y a su sexo,
a sus ansias tan mías como suyas,
a la agonía recorriendo todo mi cuerpo,
jadeante comulga mi derrote sobre
sus carnes repletas de ambrosía,
de intrépidos bombeos cargados de
ansiedades, derramando mi sabia caliente
en deseos convulsos entre amantes que se quieren.

Más…

Entre el beso y el abrazo,
hay un letargo de versos y rumores silenciosos,
roce de lenguas y cuerpos emancipados en penumbra,
acarician el verso más oculto de su ser,
al tiempo una lluvia de caricias
dibujando un te quiero interminable,
una silueta grabada piel con piel,
el recuerdo más dulce emanado de los labios,
la cadencia penetrada más sutil como virtuosa.
Entre las ansias amorosas,
corre el tiempo diligentemente distraído,
y al tiento la entrega entre piernas y brazos,
lenguas amorosas divagando vocablos de te quieros
nunca antes pronunciados,
sexos calientes deseosos de mayor intimidad,
penetrados al unísono del tiempo sin espacio,
al sudor y fluir amoroso de sus carnes en flor,
al vaivén estremecedor de piernas y brazos recorriendo
el pecho y el vientre,
el rostro y la mente,
la muerte en vida que se unen por instantes,
la invisible sustancia en un cuerpo de dos,
penetrando inconsciencias,
implotando caricias al canto silencioso de un te quiero.

Eugenio Rivadeneyra P. para T.B.
Marzo 2021

by desconocido

El Ciclo de la Entrega…

«Nunca amamos a alguien en concreto. Amamos tan sólo la idea que nos formamos de ese alguien. Es un concepto nuestro -es, en suma, a nosotros mismos- lo que amamos».
– Fernando Pessoa

Al menos una vez, tuvo la dicha de amanecer con cada uno de sus amantes. Nunca hizo el amor con un hombre junto al cual -concluida la faena- no pudiera irse a dormir. Sentía cierta fascinación ritualista en que fuese su rostro, el de ella, el primero que contemplaran al despertarse. ¡Sí!, tuvo esa dicha -porque así solemos llamarle a la sabiduría de algunas decisiones- de darles a probar el gozo inefable que la invadía en las primeras horas de la mañana. Porque era justo durante aquel primo tiempo, donde sus encantos pasaban por sus horas más altas.

Cuando abrían los ojos, como quien cede a la presión de la luz sobre los párpados, encontraban de golpe su sonrisa detenida a una corta distancia y acompañada de un silencio profundo, pero alegre; mismo que sustituía el acostumbrado vacío, por una peculiar sensación de paz. Luego intervenía el tacto, para devolver la humanidad a aquel «objeto» que en la noche anterior tanto se deseó.

Haciendo una entrada más discreta que triunfal, llegaban después los aromas… y las memorias perezosas, como céfiras hadas al viento, se encargaban de evocar hasta las sensaciones más níveas, que de otro modo hubiesen permanecido en el olvido. Acto seguido, venían los sabores… que hacía llegar hasta sus bocas para reavivar el deseo y las insaciables ansias; completando así el circuito de sentidos, y el proceso de despertar al amado de turno.

Consentía cada sentido con su particular parsimonia, en una total ausencia del agobiante apresuramiento matinal… de este modo llegaba a amarles tanto, como sólo supo hacerlo consigo misma todas las mañana de su vida. Ya fuese por un día, o dos, o treinta y tres -la duración era lo de menos- procuraba marcar, con la salida del sol, un sello indeleble en cada uno de ellos.

No era sino hasta concluido dicho ritual, cuando en verdad se completaba el ciclo de la entrega.

#TrancasB

by Arno Rafael Minkkinen
by Arno R. Minkkinen

De Fábulas y Flores…

(… a Francisco)

Le imaginaron un nuevo significado a la palabra Amor. Uno que desafiaba todo cuanto hasta entonces habían vivido, y usado alguna vez de referencia para clasificarlo. Fue tan desvergonzada la ausencia de palabras, tan descarada la desnudez con la que se enfrentaron el uno a la otra, tan desenfrenada la angurria con la que se devoraron… que de los cielos, las estrellas verecundas caían como una lluvia de cerezos desflorados. Cual testigos silentes, yacían entre los juncos, las flores como fábulas.

#TrancasB

by José Ml. Vilaboa B
by José Manuel Vilaboa Bernárdez, Vía Láctea.

Wild World…

(a  Don H.)

-Cántame una canción-, extraña petición para un momento como éste, pensé… cuando, luego de haber follado como conejos, apenas había recobrado el aliento. Pero no era tan de extrañar, ahora que lo pienso mejor, viniendo de una niña como ella, por demás excepcional. «La-la-la-la-la-la-la (…) Now that I lost everything to you…» Entoné lo mejor que me permitieron mis dos oídos izquierdos. Tenía unas ganas terribles de mimarla; de pedirla que cuidara con celo esa inocencia que intentaríamos robarle cada uno de los amantes que tendría a lo largo de su vida; de volver a follarla como si fuese la última despedida. Quién me diría que justo un año después estaría atravesando nuevamente el Atlántico para verla pizpiretear alrededor de otros, tal como lo hizo conmigo. Fueron apenas dos días… pero ¡cómo la amé! Vaya que si la amé…

Jc Brenny

La Passion
by desconocido

Un amor inusual…

I

De puntillas, sobre el borde de tu precipicio
dejo al suave viento mecerme
peligrosamente,
mientras tus ojos tristes
me contemplan desde el fondo
y me llaman.

Nada deseo más que cortar mis hilos
de marioneta rota
y caer en picada…
por el hueco de esta locura nuestra,
que roba a la fantasía sus argumentos.

II

Más allá de donde vive el relojero,
habitan sirenas que por las noches salen
a la caza de palabras…
buscan aquellas que lanzaron sobre la espuma
los poetas disfrazados de corsarios.

Ellos, las escupen como a hijos pródigos
que regresan al rebozo del mar…
y las sirenas las roban,
porque con ellas, tiñen de azul
las lágrimas que vierten
los amantes de amores imposibles
… de las cuales están llenos los océanos.

III

De puntillas, sobre una arena
plagada de palabras que llegan con la espuma…
recojo aquellas que necesito,
como cuando de niña buscaba caracolas.
Tejo poemas para ti…
Dejo que hablen por mí las mil voces que arrastran
… que te mientan diciéndote amor
cuando, sueltas las estachas,
hayan muerto todos los significados.

© V.Hayes para T.B. (2013)

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by Stephan Graff

Frida y Diego…

Tú eres mi elefante
… y yo tu paloma.
Tú me des-dibujas realidades
para pintarme fantasías
en el pecho abierto.

Y no soy tuya
y tú no eres mío,
pero nos somos el uno al otro…
como todos los amantes
… como nunca nadie.

Y no me tienes, elefante,
cómo quisieras,
bajo tu pata…
porque el peso de tu amor
me mataría.

… pero me poso sobre tu lomo
y te hago cosquillas en la espalda
mientras te voy queriendo
y me vas amando
y nos vamos burlando juntos,
de la maldad del mundo.

©V. Hayes para T.B. / 2013

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Los Amantes

Vuelve a mirarme
como una vez lo hiciste,
porque ni antes ni después
una mirada me definió tan bien
como la tuya.

Volveré a sumergirme
en el mar de tus recuerdos
cuando encuentre por ahí
perdido,

un verso que me acuerde a ti.
Volverá mi garganta a probar
tu savia amarga
una y otra vez,
hasta agotarnos.

Desnudo conmigo
tú, sin más ropajes

y desnuda yo,
nos cogerá la noche

… y el día
y todos los días que faltan.

Secos nuestros huesos,
asidos en un abrazo,
algún día nos expondrán al mundo
para que puedan suspirar de ilusión
nuevos amantes
y no todo del amor se haya perdido.

©V.Hayes para T.B.

by desconocido
by desconocido

Carta de despedida de Henry Miller a Anaïs Nin

Qué son las despedidas sino saludos disfrazados de tristeza. Lo mismo que el deseo y el placer de verte mientras te desnudas y te envuelves en la sábanas. Nunca has sido mía. Nunca pude poseerte y amarte. Nunca me amaste o me amaste demasiado o me admiraste como la niña que toma una lente y se pone a ver cómo marchan las hormigas y cómo, en un esfuerzo inacabable y lleno de fatiga, cargan enormes migajas de pan. Qué son aquellas noches lluviosas en medio de la cama de un hotel. Qué el recuerdo de nuestros pasos por la calle, en el teatro o en la sala de conciertos. Qué son los recuerdos de los celos y de tus amantes y de June y de mis amantes.

Anaïs, no creo que nadie haya sido tan feliz como lo fuimos nosotros. No creo que exista en la historia del hombre y de la mujer un hombre y una mujer como tú y como yo, con nuestra historia, nuestras circunstancias; con aquello que se desbordaba en las paredes, el ruido de la calle y la explosión de tu mirada inquieta de ojos delineados en negro; con la sinceridad de tu cuerpo frágil y tu secreto agresivo e insaciable. El recuerdo puede ser cruel cuando estás volando febrilmente a tu próximo destino, a otros brazos que te reciban expectantes y hambrientos. El recuerdo de tu diario rojo que tirabas en la humedad de la cama entre tus labios entreabiertos y mis ganas de desearte. Te deseo. Te deseo con la desesperación y el anhelo de lo imposible y ya te has ido y tal vez, en un sueño imaginativo y romántico, leerás estas palabras una y otra vez, en medio de mi ciudad con la gente pasando en medio de las calles y la sorpresa en tus ojos y la gran dama con el fuego en la mano derecha.

Mi querida Anaïs, ma petite, ma jolie, infanta inquieta de sal nocturna. Te extraño cuando huyes de madrugada y te extraño cuando camino y me tomo un café en la calle; te extraño cuando June se acerca cariñosa y cuando paso por los grandes aparadores. Te extraño casi a todas horas: cuando escribo, cuando te pienso, cuando escucho las campanas que me anuncian que ya son las tres, cuando me acuerdo de las horas interminables entre humo y whisky, cuando tengo una comida que dura toda la tarde, también cuando me despido de ti cada día a la misma hora, cuando como en aquel lugar donde nos dio el aire y cuando escucho la radio. Adiós, Anaïs, adiós. Ya nos encontraremos en otras vidas y en otras vidas podré poseerte y quedarme contigo para siempre. Ya te veré en medio de la nieve y entre libros y vino. Adiós, tuyo siempre.

Henry

Desde mi silencio

Yo fui su primer testigo. La conduje al aeropuerto a recogerlo. Disipé con mis palabras la angustia que le embargó al enterarse que, para cuando llegamos, el avión ya había aterrizado. Fui testigo también de aquel primer abrazo… ese que se brinda con la desesperación de quienes aguardaron mucho para volver a tenerse. Vi la ternura en ambas miradas cuando se buscaban incrédulas… anticipando un beso que finalmente estalló incontenible, llenando el espacio de una brillante luz de mediodía, a pesar de que pasaban ya las nueve de la noche. Me estremecí con la fuerza del abrazo con que ella se aferró a su cuello, en busca de su olor… olisqueando sus cabellos, su camisa, su aliento. Me conmovió la suavidad con la que él apartó sus finos cabellos, para poder besarle la frente -carente de las arrugas que otorga el sufrimiento-, una y otra y otra vez. Fui testigo de la ausencia de espacio entre sus cuerpos, y del incendio en la piel despertándolo todo.
Yo llevé sus maletas hasta aquel pequeño hostal del viejo distrito… detenido en el tiempo, para enmarcar amores viejos como las antiguas murallas que por siglos protegieron a tantos amantes. Finalmente les dejé a solas, para que pudieran revivir el amor… en nombre de todos los que fuimos náufragos en el intento.
No lo sé de cierto, pero supongo que se amaron hasta el dolor… hasta agotarse… hasta desvanecer los miedos en polvo de estrella… y hacer añicos todas las vergüenzas.

Yo fui, desde mi silencio, su primer testigo… 

Trancas Barrancas

Estamos interesados en conocer el autor de dicha pintura. Si lo sabe usted, favor dejar la nota en los comentarios. Gracias
Estamos interesados en conocer el autor de dicha pintura. Si lo sabe usted, favor dejar la nota en los comentarios. Gracias

Mirage

Dame un puñado de palabras, las que quieras… sin pensar en el orden, pues no es lo importante. Yo las colocaré entre otras mías y urdiré con ellas la trama de una historia imposible… Allí, los amantes que nada son, seguirán siéndolo todo; las pesadillas calmarán su llanto al arrullo de viejas canciones… y el tiempo, detenido sólo para nosotros, no morirá hastiado de cansancio y espera. Allí, el discurso kantiano, con sus fines y medios,  sembrará los labios con nuevas sonrisas en plena madrugada.

Dame un puñado de palabras desordenadas… y deja que mi alquimia procure su consuelo.

Trancas Barrancas

by desconocido
by desconocido