Archivo de la etiqueta: Lágrimas

Del Café y el Agradecimiento…

Definitivamente era muy temprano para llorar. Faltaban unos minutos para la siete de la mañana y la casa seguía cerrada. Todavía no había recogido las cortinas… ni tan siquiera abierto la puerta a las perras para su acostumbrado alivio matutino. La greca del café se tomaba su tiempo y los bostezos parecían mas bien el concierto de una sola nota, reiterativa.

Reparó en el nombre de Fernando, que sobresalía sobre la negra pantalla del móvil, al que tampoco le terminaba de amanecer… y se alegró para si, al comprobar que su mensaje del día anterior había sido respondido. «Acabo de recuperar esta cuenta, después de meses deshabitada, y he encontrado un viejo mensaje tuyo, que estaba sin responder, saludándome. Sólo unas líneas para decirte que ya está disponible y, si gustas, ya puedes volver a escribirme por aquí». Lo que no imaginó posible, al momento de enviar el mensaje, fue la contestación que recibiría:

«¡Mi amada profe! Usted no se imagina cuánto yo la amo. Está siempre en mis pensamientos. Y estoy tan agradecido. Sus enseñanzas siempre están conmigo.
Te amooo por siempre… aunque no sepa de ti con frecuencia».

Definitivamente, era demasiado temprano para llorar… pero quién se atreve a llamar inoportuna a la felicidad.

La cebolla que ocuparía el desayuno de aquella mañana, seguía observándola, intacta, desde la tabla de cortar, al otro lado de la cocina; el viento seguía aguardando a que le abrieran las ventanas, para hacer suyo hasta el último rincón de la casa; y el polvo, el de siempre, había sido desterrado la noche anterior hasta los confines del bote de basura desde donde, eventualmente, volvería a escapar. Entonces, si no fue el ácido sulfúrico de la cebolla, ni el viento del norte que gustaba de resecarle unas veces los ojos y otras el corazón, ni el irritante polvo revolteando sus viejas alergias… se podía deducir que aquellas lágrimas henchidas de orgullo y satisfacción (porque no todo es plantar en el maldito desierto) eran de pura dicha. La misma dicha que produce, ante el deber cumplido, el agradecimiento más profundo.

Cuando logró recobrar la compostura le dejó un último mensaje que rezaba: «¡Hijo mío! Te bendigo siempre. Es todo cuanto necesitaba saber. Gracias por tomarte el tiempo de decírmelo. Tus logros (que son muchos e importantes) son también los míos. No te haces una idea lo orgullosa que me siento de ti. Gracias por llenar de alegría mi corazón».

Entonces, el día verdaderamente se puso en marcha… y esa mañana, el café, que llevaba un ligero toquecito de sal de lágrimas, le supo extraordinariamente más dulce que nunca.

#VitaHayes para T.B.
Marzo 28, 2021

by desconocido

Abecedario… E

Era jueves 29 y se levantó temprano. Lucía un sol espléndido y caliente, para ser una mañana de Noviembre. Entró en el comedor y se encontró a su madre y hermana desayunando, cabizbajas. Se sirvió una taza de café, unas tostadas y se unió a ellas. Cuando acabó el desayuno, rompió el silencio:
– Bueno, me voy a pasear con papá. ¡Hoy es un buen día para subir al Tajo el Grajo!
Con lágrimas en los ojos, las dos mujeres vieron cómo abría la mochila y acomodaba la urna que contenía las cenizas de su difunto padre… así cómo se alejaba, cerro arriba, para esparcirlas por aquellos lugares que tanto amaban recorrer juntos, padre e hijo.

Marisa Bermúdez para T.B.

Neuroeconomía…

Levanta la cabeza
y quita la vista de tus pocas miserias,
para que veas al mundo
cómo llora lágrimas sin sal
ni condimentos…
para que veas aquellos
que siembran tomates y mazorcas
para no morirse
del hambre que nutre la indiferencia,
y el olvido de las manos vacías
e improductivas
en la neuroeconomía de los mercados.

Procura contar tus bendiciones,
las tres calientes
y el abrazo,
que hasta ti se trepa por las noches
entibiándote el alma.
Cierra esas palmas que miran al cielo
y extiende las manos
en puños que sostienen.
Deja de llorar
lágrimas gordas de sal y cariño
…. y da sin tregua,
a los impronunciables,
a los indeseados,
a los que el mundo va olvidando
a la vera del camino…
tienes uno en cada vuelta de esquina…

… sólo así se alcanza.

©Vita Hayes (2013)

by Aernout Overbeeke
by Aernout Overbeeke

Un amor inusual…

I

De puntillas, sobre el borde de tu precipicio
dejo al suave viento mecerme
peligrosamente,
mientras tus ojos tristes
me contemplan desde el fondo
y me llaman.

Nada deseo más que cortar mis hilos
de marioneta rota
y caer en picada…
por el hueco de esta locura nuestra,
que roba a la fantasía sus argumentos.

II

Más allá de donde vive el relojero,
habitan sirenas que por las noches salen
a la caza de palabras…
buscan aquellas que lanzaron sobre la espuma
los poetas disfrazados de corsarios.

Ellos, las escupen como a hijos pródigos
que regresan al rebozo del mar…
y las sirenas las roban,
porque con ellas, tiñen de azul
las lágrimas que vierten
los amantes de amores imposibles
… de las cuales están llenos los océanos.

III

De puntillas, sobre una arena
plagada de palabras que llegan con la espuma…
recojo aquellas que necesito,
como cuando de niña buscaba caracolas.
Tejo poemas para ti…
Dejo que hablen por mí las mil voces que arrastran
… que te mientan diciéndote amor
cuando, sueltas las estachas,
hayan muerto todos los significados.

© V.Hayes para T.B. (2013)

by Stephan Graff.png
by Stephan Graff

Here I Am… (English)

With tears in his eyes
he watch me leave,
one more time…
running,
flying away,
sinking into the abyss
that carries my name.
He sees me…
with his arms down,
as in defeat,
he does nothing to keep me.
He knows is useless…
the only thing to be done
is to get prepare and wait…
until the time I will return to him,
tired,
broken,
lost…
after trying in vain to forget
that in him remains my peace,
my true love,
my life.

V.H. para T.B.

*

Heme Aquí…

Con lágrimas en los ojos,
me ve marchar otra vez…
correr,
volar,
sumergirme en la profundidad
del abismo que lleva mi nombre.
Me mira
y los brazos caídos,
en su derrota,
nada hacen por retenerme.
Sabe que es inútil…
Sólo queda prepararse y esperar,
el tiempo cuando vuelva a él
… abatida,
rota,
cansada
de tanto vano intento
por olvidar que en él está mi paz,
mi verdadero amor,
mi vida.

unknown
by desconocido

Uyuni…

Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Al cabo de un tiempo la fama de aquel lugar fue repuntando, y de los más remotos confines de la tierra continuaban llegando los curiosos, en procura de dar riendas sueltas a su llanto. Al llegar la gente lloraba, muchos de ellos sin saber porqué. Fue así, aseguran los viejos, como nació el salar de Uyuni… la mayor reserva de Litio del mundo. Curioso, ¿no? Igual es todo un cuento de camino.

TrancasBarrancas

Uyuni
by desconocido

*

VERSIONES ALTERNATIVAS

 

Francisco Martinez

Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Una noche, cuando todo permanecía en silencio, unos niños vieron una sombra alejarse del lugar fugazmente, al no saber de que se trataba, decidieron volver y quedarse escondidos a ver si el fenómeno se repetía…esperaron un rato y a lo lejos vieron la sombra acercarse, parecía la silueta de un lobo. Al acercarse a la sal , comenzó su transformación: primero fue un árbol, luego fue una roca, mas tarde un pez, para acabar convertido otra vez en lobo…al marcharse, los niños lo capturaron y sorprendidos le preguntaron .¿Quién eres?. El lobo contestó … soy la sal de la tierra, formo casi todo lo que conocéis, formo parte del agua, formo parte de las montañas, formo parte de los vegetales y formo parte de los animales . -¿Y para que vienes aquí ?…El lobo contestó …antes era humano, pero desde hace algún tiempo el mundo está cambiando y en mi entorno, todos nos hemos transformado en lobos, vivo entre muros de oro que no consigo escalar , no nos dejan ver otra cosa que su reflejo dorado, por eso , cada noche me acerco a este lugar lleno de lagrimas para ver las estrellas . Los niños nunca volvieron a verlo aunque comentaron lo sucedido a todo el mundo. Al cabo de un tiempo la fama de aquel lugar fue repuntando, y de los más remotos confines de la tierra continuaban llegando los curiosos, en procura de dar riendas sueltas a su llanto. Al llegar la gente lloraba, muchos de ellos sin saber porqué. Fue así, aseguran los viejos, como nació el salar de Uyuni… la mayor reserva de Litio del mundo.

*

Susana San Juan

Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Al cabo de un tiempo la fama de aquel lugar fue repuntando, y de los más remotos confines de la tierra continuaban llegando los curiosos, en procura de dar riendas sueltas a su llanto. Al llegar la gente lloraba, muchos de ellos sin saber porqué. Aquel salar se volvió muy famoso y fue visitado por viajeros de todas partes del mundo, pues ese lugar poseía poderes curativos, ¡podía curar, desde mal de amores, hasta la desolación!  Fue así, aseguran los viejos, como nació el salar de Uyuni… la mayor reserva de Litio del mundo. Curioso, ¿no? Igual es todo un cuento de camino.

*

Patricia Deschamps

Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Al cabo de un tiempo la fama de aquel lugar fue repuntando, y de los más remotos confines de la tierra continuaban llegando los curiosos, en procura de dar riendas sueltas a su llanto. Al llegar la gente lloraba, muchos de ellos sin saber porqué.

Esta sal era tan abundante, que debía ser utilizada para que la creciente cantidad de lágrimas no fuera inútil. Alguien tomó unos granos de ese material seco y se le ocurrió el experimento de agregarlos a los alimentos -que al final muchos completaban y enriquecían con un aromático café-. De inmediato ese individuo creativo vio sorprendido que un poco de esa sal diluida sobre la comida y los platillos, mejoraba notablemente su sabor…y no solo eso, además los preservaba en buen estado evitando el proceso natural de su descomposición. El producto que nació del sufrimiento y las alegrías de millones de almas de hombres y mujeres había contribuido para la estructuración de una sociedad más satisfecha y contenta, deleitandola cada día con sabores y olores supremos que complacerían y acompañarían a la humanidad para siempre. Un solo ingrediente nuevo en la vida cotidiana de los pueblos, cambiaría por completo su destino… y esa nueva era sería dichosa… tan justa, unida y solidaria, que acabaría con la antigua necesidad de acudir a la mayor reserva de Litio del mundo.

*

María Daloisio

Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Al cabo de un tiempo la fama de aquel lugar fue repuntando, y de los más remotos confines de la tierra continuaban llegando los curiosos, en procura de dar riendas sueltas a su llanto. Al llegar la gente lloraba, muchos de ellos sin saber porqué.

Es el caso de Aurelia, una bella aldeana que hace un tiempo tenía esa sensación de vacío y de falta de significado, que se siente al atravesar la ruptura de una relación de pareja. La desesperación se hacía día a día más intensa, y las creencias sobre el futuro se convirtieron en oscuras predicciones. Por eso coleccionó sus recuerdos y uno a uno los colocó en un lugar recóndito y decidió ir a ese lugar que en el pueblo tanto se hablaba donde se consideraba a las lágrimas una forma de belleza. Ella pensaba que si se llora es porque se siente. Y si se siente, es porque hay un corazón latiendo. Y eso es bello y esperanzador… 

*

M. Orli Peña

La mujer y la niña se habían quedado solas, familiares y amigos luego de dar el pésame volvieron a sus ocupaciones. La pequeña quiso saber a donde irían ahora que no quedaba nada… Después de dudar un poco la madre respondió: «Iremos a Uyuni, a llorar una vida de alegrías y tristeza, así podremos renacer ligeras como plumas al viento… ven siéntate junto a mí y te voy a contar una historia. No sé si es verdad o quizás un cuento de camino». Y así comenzó a decir lo que cada mujer de su linaje estaba comprometida a narrar a la siguiente generación.

Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Al cabo de un tiempo la fama de aquel lugar fue repuntando, y de los más remotos confines de la tierra continuaban llegando los curiosos, en procura de dar riendas sueltas a su llanto. Al llegar la gente lloraba, muchos de ellos sin saber porqué. Fue así, aseguran los viejos, como nació el salar de Uyuni… la mayor reserva de Litio del mundo. Curioso, ¿no? Igual es todo un cuento de camino.

*

Beatriz Mackinlay G. 

Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Al cabo de un tiempo la fama de aquel lugar fue repuntando, y de los más remotos confines de la tierra continuaban llegando los curiosos, en procura de dar riendas sueltas a su llanto. Al llegar la gente lloraba, muchos de ellos sin saber porqué… había lágrimas de melancolía, lágrimas de pena, lágrimas de rabia, de amor, de soledad, de tristeza, de ilusión…. lágrimas y más lágrimas… que brotaban y no paraban, formando enormes ríos, enormes cataratas que regaron con el tiempo el planeta entero con la sal de la vida. Cuenta la leyenda que aquellos que han perdido la alegría de vivir deben volver al salar de Uyuni.

*

Jose Zurita

Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Al cabo de un tiempo la fama de aquel lugar fue repuntando, y de los más remotos confines de la tierra continuaban llegando los curiosos, en procura de dar riendas sueltas a su llanto. Al llegar la gente lloraba, muchos de ellos sin saber porqué… Yo también me acerqué al lugar pero no pude llorar. Creo que nunca en mi vida había llorado. Era una sensación tan extraña. Me sentía tan distinto. Todos llorando, menos yo.

*

Gloria Gayoso Rodriguez

Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Al cabo de un tiempo la fama de aquel lugar fue repuntando, y de los más remotos confines de la tierra continuaban llegando los curiosos, en procura de dar riendas sueltas a su llanto. Al llegar la gente lloraba, muchos de ellos sin saber porqué. Fue así, aseguran los viejos, como nació el salar de Uyuni… Con el tiempo la sal fue derritiéndose otra vez y se hizo río , un río de lágrimas, aún hoy algunos acuden a purificarse porque a veces un baño de llanto expulsa los demonios de la tristeza y entonces el aire se vuelve luz y el alma se llena de ángeles que celebran la vida.

*

Julia Del Prado

Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Al cabo de un tiempo la fama de aquel lugar fue repuntando, y de los más remotos confines de la tierra continuaban llegando los curiosos, en procura de dar riendas sueltas a su llanto. Al llegar la gente lloraba, muchos de ellos sin saber porqué. Fue así, aseguran los viejos, como nació el salar de Uyuni… Historia que llega a los oídos del lector y éste acude, toma el primer avión invisible, porque tiene muchas lágrimas acumuladas de tanta pena que le da la Pachamama, las deja, abraza a los que están; antes bebe Litio para calmarse. Regresa a su lugar, está impresionado con la visión que ha tenido, perdura en su retina, pero tampoco sabe que va a pasar con sus lágrimas.

*

Silvina Satelier

Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Al cabo de un tiempo la fama de aquel lugar fue repuntando, y de los más remotos confines de la tierra continuaban llegando los curiosos, en procura de dar riendas sueltas a su llanto. Al llegar la gente lloraba, muchos de ellos sin saber porqué. Fue así, aseguran los viejos, como nació el salar de Uyuni… y así es que de esta leyenda surge la forma de demostrar cariño e interés a quien llega a nuestro lado buscando fuerzas, calma o refugio …..» tomamos una taza de café y te escucho…!? » …y el se sentirá un poquito mejor dejando lágrimas en nuestra taza, que luego lavaremos bien y la tristeza correrá con el agua y quizás vuelva pero sabiendo que existe la maravilla de la fortaleza que brinda una buena amistad, sal que da gusto a la vida. FIN.

*

Lukas Reig

Cuentan los ancianos que una mujer lloraba en la puerta de su casa, viendo al hombre derramar sus lágrimas en la taza de café. Dicen que nunca había salido de su casa, que al oír llorar al hombre salió a la luz, y que su belleza era tal que todo el pueblo quedó iluminado por una luz azul pura como el ozono. Que cogió al hombre y huyó con él y llegaron a una gran llanura de piedra negra. Que construyeron una casa de madera y nunca se movieron de allí. La gente acudía a aquel lugar buscando el paraíso, buscando sacar lo que llevaban en su corazón. Se colocaban a su alrededor, rodeándolos a cierta distancia. Poco a poco, día a día, una multitud heterogénea formó un círculo humano que borró el valle de piedra negra. El hombre y la mujer se miraban a los ojos frente a frente y su amor era tan intenso que el llanto era la mejor forma de expresión de ese amor universal. Una vibración recorrió a cada una de las personas, se sentían unidas por aquella emoción y todos lloraron con ellos, horas y horas, vaciando su alma. El valle los ocultó en una espesa neblina al caer toda esa agua salada sobre aquel piso duro, negro y recalentado. Cuando la niebla se disipó, sólo quedaba una gran llanura blanca de pura sal que reflejaba el cielo azul que todos buscaban, como un gran cementerio de almas felices.

*

Rosa Adrados Herrero

Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Al cabo de un tiempo la fama de aquel lugar fue repuntando, y de los más remotos confines de la tierra continuaban llegando los curiosos, en procura de dar riendas sueltas a su llanto. Al llegar la gente lloraba, muchos de ellos sin saber porqué. Fue así, aseguran los viejos, como nació el salar de Uyuni… la mayor reserva de Litio del mundo. Curioso, ¿no? Igual es todo un cuento de camino. Los cuentos de camino… siempre guardan verdades y leyendas..Uyuni, no es una excepción. Platón soñó con la Atlántida y los estudiosos de tierra, creen que el altiplano pudo estar rodeado de mar, por lo que este inmenso salar, guarda enormes secretos, que rozan las lagrimas de los dioses ,sus besos lujuriosos y el rastro humano que dejaron tras ellos. Hoy día, sigue deslumbrando su brillo de plata, más allá de lo terrenal. Es de esas breves imágenes que se perciben en el espacio como luz del planeta, cuando el hombre viaja a cualquier otro mundo por descubrir. Su magnetismo encierra el llanto y los besos, el origen de la vida más allá del circulo humano.

*

Pau Villena Florit

Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Al cabo de un tiempo la fama de aquel lugar fue repuntando, y de los más remotos confines de la tierra continuaban llegando los curiosos, en procura de dar riendas sueltas a su llanto. Al llegar la gente lloraba, muchos de ellos sin saber porqué. Fue así, aseguran los viejos, como nació el salar de Uyuni… la mayor reserva de Litio del mundo.
Curioso, ¿no?
¿Casualidad? …
Las casualidades no existen..
Ni los colores ( blanco ), ni los escalofríos (Amor), ni los silencios ( Paz) ni los horizontes ( infinito)…
No…no existen las casualidades…
Las buscamos en lugares equívocos…porque somos seres errantes…sólo eso…
No no existen las casualidades…
Están a la vista como el pájaro sobre la rama inmobil, pero no tenemos tiempo de alzar la vista…
No, no existen las casualidades…
Si buscas…
Si miras…
Si rasgas…dentro de ti….
Nacerá en ti un Uyuni… y tu vida se llenará del color Blanco.

*

Aradia Cassandra

La mujer de los ojos secos le decían, sus lagrimales eran inútiles, nada en ella trascendía hasta ese día en que las lágrimas volvieron a humedecer sus ojos, privilegio que le otorgaron miles de lágrimas. Desde entonces, cada abril regala una lágrima para algún ojo seco y amoratado. El universo, de una u otra forma, siempre logra equilibrar las almas.

*

Dulce Rodríguez Anido

Uyuni… ese es nuestro destino, mamá. Llevaremos esas lágrimas que nublan tus oscuros ojos, tan vivos antaño; esas lágrimas que nublan mis ojos, verdes como los de papá. Lágrimas de impotencia, de dolor, de miedo, lágrimas que llegaron una fría mañana de septiembre para no marcharse jamás, lágrimas que solamente contenían una palabra que lo llenaba todo, cáncer. Nuestras lágrimas se mezclarán con otras, con cientos, con miles de lágrimas de muchos que también viajaron, como nosotras, a Uyuni, mamá, y se harán sal…Entonces nuestro viaje habrá terminado, mamá, y volveremos al hogar.

*

Dina Benavides Carcamo

Había oído hablar de Uyuni y su leyenda en mi trabajo, una clínica de salud mental, siempre recuerdo sus ojos grandes, que se llenaban de entusiasmo cuando hablaba de ese lugar, estaba ahí por todas esas visiones y fantasmas que en su mente habitaban, recuerdo que dijo: si tan solo pudiera tener un terroncito de esos lágrimas de sal mi vida cambiaría lo se. Así que hice maletas y fui hasta Uyuni ,no se que sensación extraña sentí al llegar, fue como si percibía las emociones de las demás personas en mi piel, alegrías y tristezas mezcladas. Recogí unos cuantos terroncitos de sal y regrese con ella, la de los ojos hermosos y le di aquellos ipedacito de sal, ella inmediatamente dijo: Uyuni!!! Asenti con la cabeza, traje café y mezclé.. Lo demás es una historia larga de alegrías y gozo. Su mejoría se sintió al grado que abandonó la clínica y hoy de vuelta con su familia cuenta a otros la leyenda de Uyuni.

*

Miranda Merced

Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Aquella salmuera de tristezas y alegrías se diluyó en una sola emoción: la paz primera. La paz capaz de suavizar al alma ajena de bondad, la más despojada de humanidad, que habitara el universo. La Armonía Suprema. Hay testigos dispuestos a jurar haber visto demonios derretirse en las salinas, convertirse en vapor, lluvia y otra vez éter… hasta no quedar sino pureza de su energía, en otra hora, destructiva

*

Angela Montoro

Era una de esas niñas perdidas en una noche pasada, cuando su inocencia quedó rota, por mancillada. No tenía sentimientos, no los demostraba. La risa y el llanto se los robaron. Eso tiene la pena, el vacio, que roba emociones. Deja sin sentir. Hasta Uyuni, la llevaron, con ánimo, para que sus gentes, con risas y llantos, la invadieran, ésta vez no a la fuerza. Ojalá que con las gotas de sus lágrimas trenzará el nudo de esperanza que el destino había fijado. No se sabe si consiguió romper su ostracismo, si fue una más de las que en Uyuni se rehizo, la historia solo dice…
… Cuentan los ancianos de un hombre que acumulaba sus lágrimas en pequeñas tazas de café que luego llevaba a secar al sol. En un principio lo hacía en solitario, pero luego que se regara la voz otras personas del pueblo venían a hacerle compañía. Lloraban juntos, o por separado… algunos de alegría, otros de tristeza… hasta humedecer la tierra que luego el sol se encargaría de secar, dejando visibles los primeros rastros de sal. Al cabo de un tiempo la fama de aquel lugar fue repuntando, y de los más remotos confines de la tierra continuaban llegando los curiosos, en procura de dar riendas sueltas a su llanto. Al llegar la gente lloraba, muchos de ellos sin saber porqué. Fue así, aseguran los viejos, como nació el salar de Uyuni… la mayor reserva de Litio del mundo. Curioso, ¿no? Igual es todo un cuento de camino.

*

Manuel Sanchez

Fueron tantas las lágrimas que cayeron en el Salar de Uyuni que el sol al sacarlas dejó una sal tan diferente a la de otros salares que el sabor de esa tierra humedecida por tan generosas lágrimas fue tan dulce que abasteció a miles de tazas de café y desde entonces el salar de Uyuni se llamó » el dulce salar de Uyuni.

*

Bagoas

Cando estiven detida na Praza da Leña, chorei…
…e ti recolliches cada unha das miñas bágoas
para facerme o colar que lucía aquela noite,
cando nos fixeches a min e ao amor.

*

Cuando estuve detenida en la Plaza de la Leña, lloré…
…y tu recogiste cada una de mis lágrimas
para hacerme el collar que lucía aquella noche,
cuando nos hiciste a mí y al amor.

Trancas Barrancas

Praza da Leña
Praza da Leña

Baixo Presuposto (Gallego)

 

A noite na cal descubriu
que morrera por dentro,
clamou pedindo sobre si
unha pantagruélica tempestade
capaz de espertar ás Furias…
unha acorde á desolación que sentía,
á ausencia
e ao esquecemento que se lle viña enriba…
unha que puxese fin
a causas e consecuencias.
Pero a súa medida de fe era tan pouca,
que apenas alcanzou
para un orballo leve,
baixo a que ocultar
as tristes bágoas
do seu falido intento de vida.

Os deuses nunca lle foron xenerosos.

***

Bajo presupuesto  (Castellano)

La noche en la cual descubrió
que había muerto por dentro,
clamó pidiendo sobre sí
una pantagruélica tempestad
capaz de despertar a las Furias…
una acorde a la desolación que sentía,
a la ausencia
y al olvido que se le venía encima,
una que pusiera fin
a causas y consecuencias.
Pero su medida de fe era tan poca,
que apenas alcanzó
para una llovizna leve,
bajo la que ocultar
las tristes lágrimas
de su fallido intento de vida.

Los dioses nunca le fueron generosos.

Trancas Barrancas

Esta foto es de una manifestación de insumisos en los 90, se titula, " Meu amigo" y el fotógrafo es el señor Oscar Paris
Esta foto es de una manifestación de insumisos en los 90, se titula, » Meu amigo» y el fotógrafo es el señor Oscar París

Una morena sonrosada

«Observaba el mundo con detenimiento a través de sus lágrimas y, aunque algo borroso, lo que veía no le desagradaba en absoluto. En lo más profundo de su cabezota disponía de un gélido motor inmóvil que no paraba de mezclar las imágenes con los recuerdos, y estos con los deseos, y los deseos con los relámpagos, y todo, todo, le hacía evocar la inalcanzable sonrisa de una morena sonrosada cuya única misión parecía consistir en crear la suave brisa que, sin tregua, recorre la tierra.»

J.G. para T.B.

by desconocido
by desconocido

Todo lo que quiero que no sepas IV

Lo bueno que tiene llorar frente al mar,
es que el viento te seca las lágrimas
… mientras te besa.

¿Bailas conmigo?, te pregunté… y tu sonrisa fue la más hermosa negativa que hubiese recibido en toda mi vida. Me llevé la mano izquierda al pecho -como sueles hacer tú cuando inclinas la cabeza y das las gracias- y levanté la derecha al aire, como pretendiendo sostener tu mano invisible. Te invitaba a bailar, en un gesto esperanzado por derrocar el miedo que se apoderó de ti… pero no viniste. Intimida lo suyo bailar junto a un cielo estrellado que se mece al vaivén de las olas, como movidos al ritmo de un danzón; o junto a ese ritmo apambichao que la luna bailaba con el cocotero. Ante tales compañeros de baile a cualquiera le tiemblan las rodillas. Te entendí, por ello devolví tu sonrisa con un guiño de complicidad; mas no te niego que empezaba a lamentarme el tenerte conmigo y una vez más haber dejado pasar la oportunidad de bailar juntos…
Entonces recordé como aquella misma noche tus labios iban y venían hacia los míos, hambrientos… retozando de gozo; de cómo tus brazos se prendían de mis caderas acompasadas, ayudándoles a marcar los tiempos de la prisa y de la calma apacible que lo inundaba todo al cesar. Recordé tus lomos recios y mis pechos de amapola… y la respiración ahora sinuosa, ahora entrecortada. La tibieza del contacto. La nueva mixtura que creaban nuestras pieles desnudas, en una mezcla de salitre, aceites y sudores. La presión, el cansancio, la rendición incondicional mucho antes de empezar la faena… tu peso muerto, desplomado, sobre mi cuerpo entero… Y aquella dicha inmensa de, en un instante eterno, sabernos uno.
Entonces, caí en cuenta de que nos pasamos aquella noche y todas las noches que estuvimos juntos… bailando.

Lo bueno que tiene llorar frente al mar,
es que siempre puedes culpar
a un necio grano de arena, que te cayó en los ojos.

Trancas Barrancas

Cabarete