Si se supone que la madre naturaleza nunca se equivoca, entonces, ¿cómo explicar que en medio de todas estas plantas carnívoras, naciera yo… a quien los insectos me provocan cosquillas en el interior e intactos los escupo cuando nadie nos está mirando?
Me abalancé sobre la soledad promisoria;
nada vino a mí
a pesar de todo.
Resbalé sobre sus lomos acerados,
la herida respondió latiendo
sorpresivamente,
chillando en crujir de huesos.
Nadie respondió.
Silbo del viento, tan solo.
Las capitanas arrastradas,
después de la locura,
dirigieron sus abrazos secos lejos de mí,
hacia el horizonte.
El eco del tiempo ignorado,
secó mis cueros al sol
después de la última lágrima.
Inclemente
al frío
lacerante de paréntesis.
Nada hallé en mi interior.
Busqué incansable azules
resuelto en nudo nonato.
La naturaleza siguió su curso,
luz y entenebros,
las aguas remansaron y bulleron
en oleaje póstumo,
ignorantes de mí
tanto como yo de ellas.
Quedó un animal olvidado,
solo,
inconsciente,
mostrando los dientes a la luna.
Después de los procesos habituales,
ley de la termodinámica,
todo siguió su curso.
No reniego de minaturaleza, no reniego demis elecciones, de todosmodos he sido unaafortunada. Muchas vecesen el dolor se encuentranlos placeres más profundos,las verdades más complejas,la felicidad mas certera.
Tanabsurdo y fugaz es nuestropaso por el mundo, que solome deja tranquila el saberque he sido auténtica, quehe logrado ser lo másparecido a mi misma que hepodido.