Archivo de la etiqueta: Historias

Composiciones

Las cosas me hablan. No sólo los objetos, también escucho a los inmateriales. No sólo lo real, me llega uno que otro imaginario. No sólo lo concreto, he aprendido también el lenguaje de los abstractos. Todas las cosas que existen me hablan. Me cuentan historias propias o ajenas. Algunas sucedieron, otras probablemente nunca sucederían, pero me las cuentan de todos modos. A veces viene a mí tan sólo una, queda, tímida, como un susurro; otras veces se agolpan en un jolgorio incomprensible de voces, que terminan por revolverme la jaqueca. Aunque son las menos, hay ocasiones en las que escucho un profundo silencio, él también me hace sentir que tiene voz su vacuidad. Nunca estoy sólo. Las cosas me hablan… y a cambio del privilegio de su compañía, me han pedido tan sólo un poco de cordura.

#FJGonzález

by Pepe Gimeno


Pequeñas Historias…

 

No es verdad que estoy sola
y tomo té a las cinco de la tarde
está el miedo
hueco en el me sumerjo
para no pensar en vos ni en la muerte
también el vacío
donde antes hubo una casa sólida
ahora hay escombros.

Desde el portarretratos floto
joven como en un cuadro de Chagall
y sonrío.
Me cubro la cara miro entre los dedos
rostro hermoso casi amable:
moneda de cincuenta
en el bolsillo
soy.
Túnel verde
por donde pasa el viento
me salgo de la vaina y crezco
como mata desde el tercer ojo
y lo cierro hasta la próxima cosecha.
Palmo a palmo recorro
cada pliegue fino:
rugosidad de humo.
Me sorprende lo poco que queda
de mí marchito en el florero.


hay días en los que una recoge
pedazos de historia
y se los traga.

Sandra Gudiño

Sandra Gudiño
Sandra Gudiño

Aún por escribir…

Años después, décadas en verdad, lamentaba no haber terminado aquel conato de novela que empezara a escribir cuando apenas tenía doce años de edad. Se recordaba a si mismo garabateando aquella libreta, de portada negra con apliqués blancos, la cual nunca llegó a pisar el plantel escolar por haber tenido el honor de ser designada para la tarea. Recordaba sus letras grandes, enormes en verdad, redondas y cursivas, que caracterizaban su caligrafía de entonces. Recordaba incluso la descripción de algunos paisajes y la forma narrativa, en primera persona, que eligió para escribir la historia. Sonrió al recordar el uso de algunas florituras y recursos literarios muy propios de los novatos en la profesión de escribidor… de los cuales, por nada del mundo, tras su aleccionadora y batallada experiencia, haría uso en la actualidad.

Lo que no recordaba en sus meditaciones -tras varios intentos en seco e innumerables  otros humedecidos entre llanto y el alcohol-, era de qué carajos iba la historia… ni mucho menos su final. Pensaba que algo tan importante como tu primera novela infantil, sería algo para recordar toda la vida, pero se equivocaba. Su memoria le jugaba una trastada y la libreta, probablemente desaparecida en alguna de las tantas mudanzas a la que le sometieron de niño sus progenitores, se había llevado con ella toda esperanza de recuperación.

De todos modos quedan aún tantas historias por contar -pensó para si, a modo de detener en alguna estación perdida su tren de pensamiento-, pero como venía ocurriéndole hacía  ya tiempo, la astenia volvía a cantar victoria sobre la curiosidad.  Volvió a sonreír una última vez al pensar que dentro de unos años tampoco recordaría esta inquietud que ahora le agobiaba casi al punto de una obsesión; porque al igual que hiciera con aquella primera historia, y si motivo aparente, no tenía la menor intención de  terminar de escribir esta anécdota que yo les cuento hoy.

TrancasBarrancas
#TrancasB

 

Yet to be written
Historias aún por escribir… by desconocido

En el Contestador…

(… a toda esa gente que ahora vive entre un recuerdo
… y una grabación.)

Toda la grandeza que puede contener una vida se redujo a tan sólo una voz. Una voz con un número limitado de palabras. Unas palabras que sólo podrán repetir las mismas historias breves. Unas historias brevísimas, plagadas de trivialidades que nunca más volverán a ser: «¡Hola! Te hablo yo -y yo-, en este momento no podemos atenderte -ni tampoco decirte lo que estamos haciendo, ¡jijiji!- déjanos tu mensaje y tan pronto recuperemos el aliento, te devolveremos la llamada».

V.Hayes para T.B. (2017)

by Stuart Redler

 

Delectación…

Me pregunto si sabía… si sabía que yo la miraba, cuando se tumbaba en el enorme sillón que parecía engullirla toda -menos sus piernas retrecheras-, y se acomodaba el ordenador sobre el regazo para comenzar a escribir. Me pregunto si sabía que aquellos holgados pantaloncitos, de pequeñas flores color salmón, hubiesen resultado demasiado cortos para cualquier otra ocasión menos para ese instante en el que se abría de piernas -a contra viento, como si quisiera hacer de la brisa el apéndice que buscara completarla- y en una letanía de caderas, se acomodaba afirmando su descarado solipsismo, que terminaba por sumergirme en un trance de ella… con ella.

Me pregunto si alguna vez sintió mi deseo escribir historias también; historias en donde no había tregua ni perdón; historias que tenían la virtud de desbordar mares de vida y devolver la fe al mayor de los incrédulos. Nunca lo supe. Todo cuanto alcanzaba a ver desde aquella inconveniente ventana, era la contra tapa de su Mac -estratégicamente colocada sobre su regazo, ocultando los gestos imaginarios que su rostro dibujaba mientras la iba soñando- y aquellas piernas largas, infinitas… abiertas de par en par a contra viento, como si hiciera el amor con él, con la vida, conmigo mismo.

#FJGonzález para T.B.

Delectación
by desconocido

Del Café y la Normalidad…

Hablo demasiado… a pesar de saber que en la mucha palabra nunca falta error. Hablo con todo: con los gestos, con los ojos, con la rabia que por momentos muy breves, me consume. Amo las palabras, pero conozco también el lenguaje mudo de los perros, las palomas y los elefantes. Miro con desprecio los cubiertos, y gusto de atollarme los dedos -para luego lamerlos uno a uno- cuando unto, en la yema del huevo, el pan. Nunca miro con desprecio a las personas, porque he aprendido que la mochila que cargan consigo está llena de historias muy similares a las mías y no todas escogidas a voluntad. Colecciono lugares donde me han amado y me gusta follar arriba, debajo, de lado, desde atrás…  no sólo beso, muerdo; no amo, devoro alma y cuerpo; no abrazo, me entrego y doy hasta lo que no es mío para dar. Soy políticamente incorrecto, económicamente independiente y socialmente inadaptado.  En pocas palabras: no soy un tipo normal… y cómo lo disfruto.

TrancasBarrancas

Café Coffee
by desconocido

Del Café y los Cuentos de Hadas

Las historias casi nunca acontecen como nos las cuentan. Ella llegó hasta aquí porque quiso, no cayó por hoyo alguno; el conejo era más bien pardo y se lo terminó comiendo la reina de corazones en una noche desenfrenada de la que fue testigo el sombrerero -quien sabía todos los secretos del reino y, para que nadie le creyese, le inventaron aquello de que estaba loco. El puto gato era un amargado que nunca sonreía. Las teteras estaban llenas café, no de té…  y su nombre, definitivamente no era Alicia.

El único dato veraz en todo el cuento fueron los hongos. ¡Si lo sabré yo!

La Oruga

TrancasBarrancas

 

Alicia Cafe
by desconocido