… del gozo inmarcesible de lo pequeño.
Jc.B. para T.B.
… del gozo inmarcesible de lo pequeño.
Jc.B. para T.B.
(… a Loli Carril M.)
Sostenía cuanta conversación imaginaria se pudiera pensar. A lo largo del día su voz recreaba los gestos propios de los perros, el coloquio informativo de las hormigas y las predicciones meteorológicas de las aves. Los objetos inanimados también le contaban sus vivencias: conocía el descontento de los enseres que habitan el baño, del gusto que experimentan ciertos alimentos cuando se combinan entre si… y no era raro oírle decir para sus adentros, casi como un susurro: “no me separes de los míos, por favor, no me separes” cuando dotaba de voz y de intención a los terroncitos de azúcar para el café.
Fue así como un día, amparado en tan extraña manía, el pequeño Hans empezó a recrear diálogos imaginarios con todo aquel que, a pesar de encontrarse a su lado, le ignoraba; sin importar que fueran conocidos o completos extraños. Sólo unos pocos conocían la inusual costumbre… y pesar del absurdo que les suponía, él era feliz; pues sin importar cuán solo estuviera, en sus silencios repletos de coloquios, argumentos, réplicas, etc… el pequeño Hans se sentía acompañado.
©JcB para T.B.
Aun así, tengo un grupo pequeño, pequeñito, sin los cuales vivir no sería lo mismo. A quienes amo sin mesura, independientemente de sexo, credo y origen; de si son presente o habitan ya tras el cristal impoluto de los buenos recuerdos. Inamovibles, no-negociables, grandes en su diversidad, porque enriquecen mi mundo… Un grupo pequeño, pequeñito, a los que llamo «mis indispensables»… y entre los cuales estás tú.
TrancasBarrancas