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Sobre tu pecho…

(… a G.R.H.)

Las mariposas gustan de libar las sales.
Dani Grustan Isabela

Lo primero que hay que deshacer, es el olor. Por ello tranco la nariz, para que en un impulso primario e instintivo se abran los labios. Comienzo a respirar por la boca. Con tu olor se marcha el más intenso de todos tus registros… y tú comienzas a desvanecerte.
Lo segundo es el rostro. Con los ojos cerrados, hay que ir desdibujando la sonrisa, la mirada, cada gesto que hiciste tuyo y que te determina; hasta lograr una masa uniforme que se asemeja a nadie.
Entonces, llegados a este punto, queda mi cabeza sobre el diapasón del pecho, subiendo y bajando, al ritmo acompasado de tu respiración. Indiferente a este desvivir que te someto. Un simple movimiento hipnotizante, tan sólo para no olvidar que sigo aquí.

Aquí, donde ya no eres nadie… y a la vez eres todo.

Pero es justo ahí cuando, desde una piel conocida, llega la tibieza… y en su tacto reconstruye lo que hasta ahora he deshecho de ti… trayéndote de vuelta a la vida.

#TrancasB

by desconocido

Intento No.3

La tomé con la mano derecha y la sentí pesada. Fue lo segundo que cruzó por mi cabeza, luego de reparar en el frío que sintieron mis dedos al tocar la superficie metálica. Una algidez que contrastaba enormemente con el calor que sentí cuando me llevé hasta el pecho su cañón… tan intenso, que terminó por ferrarme un círculo perfecto justo encima del corazón. Para entonces ya los recuerdos habían desfilado uno a uno frente a mis ojos. Por un momento todo quedó en blanco… mas yo seguía aquí.

Intento No.3.
#FJGonzález

 

Shot
by desconocido

Lomos… II

(Provocado por sus «Lomos»)

A pesar de que algunos pensarían que es objeto de vergüenza el pensarlo, ni digamos el hacerlo, me enloquece olfatear tu ropa usada luego de revolcarnos en el patio trasero, cerca del establo. El relincho de Brau me lo recuerda. Acerco entonces tu camisa a mi rostro, acaricio con ella mi pecho, y vuelvo a enterrar mi nariz en su aroma luego de enjugar mi vientre. Es mi rito sagrado. Vuelve a relinchar Brau, asomado a la ventana… como si supiera…

Miranda Merced

 

 

Detenida…

Detenida,
a dos suspiros de distanacia hasta tu boca,
bebes mi aliento con desesperación
y yo
… vivo, porque en tu pecho me respira.

V.Hayes (2013)

*

Cuando mi corazón
busca perderse,
a la deriva…
marcha siempre
hacia tu imposible.

V.Hayes (2012)

*

No sé qué revienta con más fuerza el pecho,
si el fruto de tu boca abierta contra la mía
o la tibia cercanía previo al beso.
Miranda Merced

*

by János Szász, Stockings drying in the window, 1966
by János Szász. Stockings drying in the window, 1966.

 

Como a un Niño…

(Para leer sin prisas… despacito.)

Me detengo
delante tuyo,
toco despacio
las puertas de tu pecho
y espero.
Entre silencios,
que no te dicen nada,
voy separando
a versos
las miserias que te cubren.
Me abro paso
por entre la maleza
que dejaste crecer
sobre tus ojos,
hasta alcanzar
al niño adormilado
que todavía juega y cree.
Entonces
me deleito en su risa,
viva aún
en los ecos del pasado…
y con labios cerrados
me pregunto:
si tienes idea
de lo afortunado que eres
… mientras
sigo acomodando
ausencias,
miedos y nostalgias,
a modo de hacerte
un hueco
entre mi pecho.

©V.Hayes (2013)

Conmoviendo al mármol…

Partir del beso para llegar a la risa parece…
una propuesta de ruta irresistible.
J.G.

Te besaba con todo… con los labios, con los dedos, con la punta de la nariz. Te besa con besos tan pequeñitos, que era preciso el besarte muchas veces para poder llegar a cubrir una superficie de dos pulgadas cuadradas, aproximadamente el área de una boca promedio.
Pero la mejor parte, era sentir sus besos colarse por entre los poros de la piel y navegar en tu torrente sanguíneo, muertos de risas, mientras se embriagaban de glóbulos rojos y se contaban entre sí todos los secretos.
Para cuando llegaban al corazón, borrachos como una cuba, ya se les había olvidado el porqué llegaron hasta allí… pero producían tal cosquilleo mientras se resbalaban unos con otros, que les era imposible pasar desapercibidos.
Todo aquel barullo creaba en mi pecho un eco que se expandía por todo mi cuerpo… hasta terminar reflejado en mi sonrisa.

©V.Hayes (Febrero 2014)