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Un Ángel en mi Cama…

 

Llegó extenuada de la calle y comió poco, de pie y con algo de prisa, la comida que no tuvo oportunidad de probar al mediodía. Se recostó a mi lado, en silencio, mientras me convidaba a una galleta de avena con pasas para la cual sí conservó algo de apetito. Colocó su cabeza tan cerca de la mía, que podíamos escucharnos la masticación el uno al otro, y sentir las quijadas rozarse entre sí… necesitaba calor, yo sonreí.
Siempre que se recuesta de mi pecho, se queda dormida instantáneamente, como un reflejo casi infantil, como si la madre la hubiese acostumbrado a dormirse en su pecho tibio todas las noches… ¡quién sabe!, quizás sí… pero llevaba puesta todavía la ropa de la calle.
No quería despertarla, luce tan serena cuando está dormida… tan serena como aquella primera noche que mis ojos se posaron en su rostro de niña. Temía despertarla, así que delicadamente transferí su cabeza al almohadón de plumas… y despacio desabroché su sostén, -porque sé que compra una talla más pequeña que la suya, aunque nunca lo ha admitido-, apenas sintió nada.
Bajé el volumen del televisor, apagué la luz principal y coloqué el ventilador estratégicamente para que la brisa la refrescara, sin darle de lleno en la cara; luego me alejé tres pasos, del borde de la cama, para contemplar extasiado… a mi ángel dormido.

©Jc Brenny (2013)

by Leonardo DaVinci
by Leonardo DaVinci

 

Una Cama y un Puñado de Libros…

(… a I. Iglesias Candal)

«Una cama
y un puñado de libros
en un piso vacío…
Refrigerador, estufa
y unas cuantas caserolas,
es todo cuanto poseo…
¿Cuándo te fugas conmigo?

Dos manos para abrazarte
y un par de labios dormidos, que sueñan
con despertarte junto a los juncos del río.
Hacer-te el amor
cantando los versos que ahora te escribo,
es todo cuanto te brindo…
¿Cuándo te fugas conmigo?

Un par de ojos aviesos como un candil,
encendidos,
tres camelias florecidas,
dos poemas que aún no escribo
y un cuerpo lleno de ganas de amarte
como es debido,
todo aquello que te falta, pequeña…

Me dijo mientras sus ojos atravesaban los míos.
Me dijo… y guardé silencio.
Y supe que me quería.

«Un amor,
una cama
y un puñado de libros en un piso vacío.
Chiquita…
¿Cuándo te fugas conmigo?»

A. Pérez de Hayes
Liturgias de Mujer, 2000
ISBN 84-96085-10-4

Cuándo te fugas conmigo
by desconocido

Del Café y la Feliz Infancia…

Si de mayores pudiéramos conservar alguna de esas habilidades que nos parecen innatas cuando éramos críos… más de un problema de esos que enfrentamos como humanidad, quedarían resueltos. Por ejemplo, si lográsemos encontrar la manera de tomarnos el café en la cama y sin emplear las manos, yo las usaría para otras tareas tanto o más placenteras que te involucran a ti.
Lo miro y le envidio, es la verdad. Ahí tranquilo, «muy quitao’ de bulla», disfrutando de todos los privilegios de su condición… ignorante de todo lo que no sea bueno, que es bastante. Seguro, confiado, inocente. Aferrado a su mamila, como todavía lo hago yo a tus pechos de vez en cuando. Creo que es de las pocas habilidades que todavía conservo de aquella infancia por demás feliz, por demás lejana.

#TrancasB

Buen Sábado, amig@s! Les deseamos un día lleno de apacibles melancolías… que no tristes. De esas que todavía logran robarte una sonrisa, cuando las recuerdas. ¿Café?

Críos

by desconocido

A Este Lado de la Cama…

Extranjero en su propio yo, presintió el desasosiego. Lo vio llegar, como vio llegar el sol que lastima y hiere las flores de caramelo, y al estridente rayo que, cegado por el odio, embota la posibilidad misma de cualquier raciocinio. La deiforme necesidad de un beso le hizo recordar aquellos tiempos en los que amarla era la mejor de sus rutinas, pero ni modo: otras atmósferas de existencia vacía y forzada ocuparon impacientes su lugar, a este lado de la cama.

J.G. para T.B. (2014)