(a Julio Cesar P.C.)
Hoy tuve un encuentro con ella. Me miro directo a los ojos como si tratase de adivinar mis más profundos temores y yo le sostuve la mirada, desafiante. Entonces acercándose, me dijo bajito: «sé donde más te duele… no vengo por ti.» Teniéndola así, tan cerca, pude ver como mi propio reflejo en su pupila me miraba con rabia y desprecio. Quise gritar, espantado, pero un punzante dolor me robó el grito.
– ¿Si no vienes por mí, por qué siento que muero?
– Porque hoy vine a buscar a quien ha sido tu vida. Pero tranquilo, he llenado la cuota del día y el futuro está de mi parte.- Y soltándome de su negro encanto, se marchó carcajeándose la muy pendeja.
¡Cómo te cambia la vida en un instante!
Cómo agota coquetear con la muerte.
TrancasBarrancas