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Recordando tu abrazo…

Hay abrazos que te dicen: “¡ven acá!, apóyate en mí… reconozco a la niña que en ti vive y el profundo dolor por el que atraviesas. ¡Ven! Te prometo que, aunque nada volverá a ser igual, todo volverá a estar bien. Descansa en mí…” 
Por lo general duran más que el abrazo promedio, aunque hay casos en donde los brazos no llegan siquiera a cruzarse. 

#vitahayes

by #vitahayes

Si Estuviera Junto a Ti…

Si estuviera junto a ti, guardaría en la nada
el espejo de fantasías que te hicieron sufrir los sueños imposibles,
los recuerdos que lastiman y acongojan; guardaría las lágrimas
sin respuestas o el abrazo inconcluso que no volverá.
Si estuviera junto a ti, entraría por tus pupilas a mediodía,
tomaría tu corazón entre caricias y le hablaría de los buenos instantes
que la vida te da. Entraría de puntillas y moldearía un mundo
sin secretos, sin mentiras, sin quizás, sin tal vez, sin no sé.
Si estuviera junto a ti, llenaría mi boca de delicias, tu cuerpo
de maravillas, tus cielos y mi tierra volverían a su centro
en caudales de dichas, una estrella de verdades para mí,
una selva de esperanzas para ti.
Si estuviera junto a ti.

Eugenio Rivadeneyra (2012)

Silla Vacía
by desconocido

Transitando…

Transitando espacios por la vida,
he calzado los tiempos a juicio mudo,
eligiendo cariños borrascosos,
playas de arenas rojas llenas de surcos,
un beso compartido,
y un calor tan frío como tibio,
me he hecho, a la hechura de cien almas,
suavizado al sazón de tiernos versos,
con el tenue espacio de silencios asiduos,
atizando miradas distanciadas al abrazo,
ensayando así la vida,
entre abrojos y sonrisas.

Eugenio Rivadeneyra (1 feb 2018)

by Bruce Davidson. Sicilia 1961
by Bruce Davidson. Sicilia 1961

El Abrazo…

No quiso preguntar -ni preguntarse- el origen de aquel descerrajado abrazo, que parecía  haber nacido como un acto reflejo de su interlocutor y del cual resultó destinatario. Mas, siendo tan adusto  e insociable como era -a pesar de lo profundamente conmovedor que le resultaba tan universal y desconcertante gesto- se agradeció a si mismo el no haberle preguntado más allá de la hora, a aquel extraño.

#TrancasB

 

Sin querer…

Te llevaste las palabras,
vocablos florecientes de dichas,
verdes sueños esperanzas,
voces acuarelas de húmedos acentos,
aleteos de miradas amorosas,
cantos sonoros de dorado sol.

Se vistieron los días turbulentos,
de cielos cerrados de vorágine dolor,
de hambre indigente de razones,
de risas burlonas polvorientas,
de azares y sudor.

Que hago ahora con éste mundo,
de sabores que guardaba para ti,
con éste abrazo infinito,
con los versos amorosos,
y los ensueños a tu lado
que forjamos sin querer.

Con éste vacío insinuante,
angustia que se esparce,
que me nutre y me acongoja,
y penetra recovecos tan amados
en jactantes vituperios,
mueriendo mis anhelos humillados,
muy amados,
muy deseados.

Crecen en mi las semillas,
aquellas que un día fueron simiente,
vergel de dichas amorosas,
caricia de ternuras,
colapso de pasiones en la entrega,
de besos matutinos y cariños nocturnos,
aroma de amor.

Eugenio Rivadeneyra

by-egor-shapalov
by Egor Shapalov

Entre estas sábanas…

… para el “Amor” de nuestras vidas.

Amor del Puerto… y de mi piel de espejo
donde se refleja el dulce amargo de tu sonrisa,
donde se encuentran mis labios y tus labios
en un beso de antojos y ansias locas.
Amor… mi Amor de ojos tristes,
deja que venere tu imagen silente,
deja que mis ojos se coman tu boca 
y te ame una vez más entre estas sábanas,
para decirte luego, adiós… para siempre.

El abrazo fue intenso… tanto, que pude sentir como comprimía fuertemente mis costillas; al tiempo que su respiración, tibia y cadenciosa, se entrecortaba por la falta de espacio entre los cuerpos. Olía a una extraña mezcla de salitre… salitre, albahaca y pasto de prado abierto… colándose imperceptible, por cada poro de mi piel, como el aire mismo, como el mismo aire… embriagando a su paso mis sentidos.

– Ojos tristes… desde siempre espejos, desde siempre tristes. Deja que me mire en ellos… que me muera en ellos… que me pierda en ellos. Aunque he de reconocer que la nariz fue siempre lo que más me gustó de ti. Y esos labios… ¡ummm… esos labios!, finos, delgados, siempre silentes. Has de admitir que nadie les conoce como yo… yo, que he recorrido todos tus accidentes… yo, que me conozco cada pliegue de tu rostro.
– Y yo los de tu coño -, susurró a mi oído, muy quedo, mientras mordisqueaba mi oreja.
( ¡Cuánta razón en tan breve brote de sinceridad!, suspiro para mis adentros).
– ¿Cuántas veces hemos hecho el amor, entre estas sábanas, bajo las sombras?
– ¡No lo sé! No las he contado… no lo recuerdo.
– Siempre te has vanagloriado, pequeña, de tu mala memoria.

Apretaba… seguía apretando con más intensidad cada vez; y ante su fuerza descomunal cedían mis costillas, mis sentidos, mis más delirantes pensamientos. Apretaba como si en ello se le fuera la vida, como si esperara que la eternidad nos abriera la puerta.

– No importa cuánto quieras hacernos uno, no es así como vas a conseguirlo- ahora era yo quien susurraba a sus oídos, mas no logré esbozar la sonrisa maliciosa de mi ironía.
Se hizo silencio… Sentí sus manos deslizarse, dibujando mis espaldas; alejarse de su centro y correr sin prisa hacia mis brazos, cuesta abajo, en un recorrido seductor y parsimonioso.

– Yo… yo ya no soy tan bueno como antes– dijo, mientras iba retirando muy lentamente mis brazos de alrededor de su cuello.
Contrario a lo esperado, esta vez mis manos no buscaron aferrarse sino que se dejaron ir… como se escurre el agua entre los dedos, como se me iba el alma prendida del hilo de su abrazo.

– Amor… (sonó como un suspiro)

Se cerraron las ventanas de mis ojos para que no pudiese ver la verdad. A diferencia de otras ocasiones, esta vez encontré la manera de enfrentarme a la noche… completamente sola.

(Amor del Puerto… y de mi piel de espejo
donde se refleja el dulce amargo de tu sonrisa,
donde se encuentran mis labios y tus labios
en un beso de antojos y ansias locas.
Amor… mi Amor de ojos tristes,
deja que venere tu imagen silente,
deja que mis ojos se coman tu boca
y te ame una vez más entre estas sábanas,
para decirte luego, adiós… para siempre.)

 

©Ada Hayes / 2002
Publicado en el libro Liturgias de Mujer.
Alternativa Editorial. Galicia. España.

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Del Café y las Sábanas Pegadas…

(… a G.R.H.)

Amanece… hay un rayo de sol que insiste en despertarnos, depositando su tibieza sobre nuestro abrazo. Ahí afuera hay un paraíso verdeazul de sol y frío que contrastan entre sí, y me dejan pensando en cómo hay cosas que nos gustan a pesar de lo inconveniente que pueden llegar a ser.

Quiero café… ¡lo necesito!, pero me siento incapaz de vencer las ganas de quedarme a tu lado. Se nos pegan las sábanas, los besos, los cuerpos… a pesar de saberte durmiendo todavía. Ya no me pregunto si estarás pensando en mí o si soñarás conmigo. La única certeza que necesito yace a mi lado: tu cuerpo tibio y lo que parece el asomo de una sonrisa, en un instante finito que ha prolongado el tiempo.  Y se me entibia el alma, tan sólo de contemplarte, de saberte; se me entibia el alma, como hace tan sólo unos momentos nos entibiaba la piel un rayo de sol… como vendrá en unos momentos el café, a entibiarme la vida.

TrancasBarrancas

 

#TrancasB