Archivo de la categoría: Prosa

COMO SI…

Del mismo modo que el sol hace sombra sobre lo animado y lo inanimado, y estas proyecciones -como si por un momento cobrasen vida- se cruzan, se tocan en un punto, caminan en paralelo y en un instante son y al siguiente dejan de ser… como completos desconocidos que descansaron mutuamente, sobre sus hombros, las angustiosas cabezas… así siento llegar tu sombra sobre mi cuerpo horizontal.
La veo subir por mis pies, hasta cubrir por completo mis muslos; parece detenerse un momento sobre las caderas, como si quisiera ejercer presión en mi vientre, como si hubiese olvidado la levedad de su condición. Vuelve a andar y se trepa sobre mis pechos, como si quisiera calentarlos, olvidándose definitivamente de su condición. Una vez llegado a mi cabeza, se detiene… y se deleita en el hecho de que ahora me cubre por completo; como si reclamara un territorio que fue suyo alguna vez, como si lo conocido pudiese volver a la vida, otra vez. Yo siento ganas de llorar -recordando tu peso sobre mí, tu rendición, tu olor- pero extrañamente sonrío. Quizás sea eso la risa, una forma de llorar, públicamente, sin que nadie lo sepa.
Entonces, inesperadamente, un rabo de nube viene a ocultar al sol… y tu sombra huye, escondiéndose debajo mío; como si le hubiesen descubierto las vergüenzas al amor, como si fuese posible hacerle añ corazón cosquillas. Y vuelves a ser mío… y me haces tuya… en un juego de sombra y luz, que es una de dos formas posibles que existen, de amarnos sin tocarnos. La otra, es a través de las palabras.

Vuelve a salir el sol…

#vitahayes

by desconocido

Tocarme con palabras…

No sé tú, pero a mí me tocan las palabras.

Me asaltan por la espalda para besarme el cuello… y de ahí deslizarse cuesta abajo, no sin antes detenerse entre mis hombros y al unísono apretarlos desde dentro.
Al pasar por las costillas, me hacen reír… y en mis hoyuelos sacros se detienen lo suyo, dibujando círculos concéntricos en puntillas de pie.
Si estoy así, acostada, como lo estoy ahora, suben despacio las colinas de mis nalgas y toman su descanso en las planicies de mis muslos. Me besan detrás de las rodillas y al llegar a las plantas de mis pies, me hacen cosquillas nuevamente.
En raras ocasiones, aunque sucede, se dejan caer de golpe todas juntas… imitando a la perfección el peso del cuerpo de mi amante -cuando agotado, descansa la faena sobre mi espalda-.
Unas veces me sorprenden, me encienden, me desbordan; otras me arrullan, me duermen y me calman.

No sé a ti, pero a mí… hay quien sabe tocarme con palabras.

#vitahayes

by V.Hayes

Corazón Florido

La garra de la muerte se me clavó en la espalda… y sobre mi corazón cerró su puño. Luego la fue arrastrando despacito, hasta desprenderlo de su sitio, prolongando el dolor. Se posó frente mío… y lastimó mis ojos con impasible compasión, mientras se alejaba con él en manos, todavía.
Eché a andar, con el pecho intacto… y quienes me veían, admirados en mis senos gloriosos y la tersura intacta de su piel, no podían notar el hueco a mi espalda, al centro mismo, donde me habitó una vez el corazón
… que a sabiendas, se empeñaba en florecer.

#vitahayes

by desconocido

Del Café y el Absurdo

En la esencia misma de la Filosofía del Absurdo, Camús concede a Sísifo un instante de libertad: cuando habiendo terminado de empujar el peñasco montaña arriba, y antes de tener que empezar su fútil tarea de nuevo, lograba imaginar -a pesar de su ceguera- las vistas del paisaje que yacían ante él… y, en el descanso de dicho pensamiento, le suponía alcanzaba un brevísimo estado de felicidad.

Entonces, a pesar de esta infame pandemia y sus nefastas secuelas, aprovechemos el descanso de dos días que nos brinda la semana.. Tome despacio su café; prepare otro, cuando el mismo se le haya terminado; vuelva a la cama a deleitarse en una deliciosa lectura; ordene algo para comer o, si le es posible, salga a comer fuera. Haga aquello que más le plazca… pero, mis queridos tranquer@s, ¡vivamos pues!, que esto dura tres días y ya van dos… y el lunes no tardará en llegar, donde nuevamente nos tocará empujar cuesta arriba la piedra, si acaso.

#TrancasB

by desconocido

UN DÍA INOLVIDABLE…

Si no me besas, no daré un paso más. Y detuvo de improviso nuestra caminata. Mis enormes ojos se desorbitaron de incredulidad al ver cómo se plantaba frente al Palacio de Oriente, estratégicamente ubicado junto a una de las terrazas, desde donde le llegaba el rocío de agua con el que refrescan a los comensales en el abrasante verano madrileño. ¡Pero estamos en medio de la calle! Repliqué. Volvió a mirar hacia el pequeño abanico que justo en el momento le entregaba otro beso de rocío, y tras pintar esa sonrisa distémica con atrevida premeditación contestó: ¡me puedo pasar aquí toda la tarde! Y se encogió de hombros.
No te lo puedo creer… todos nos están mirando. Si no me besas, no daré un paso más; quiero que el mundo sepa que eres mía, VidaGrande…y este me parece un buen lugar para comenzar. Entonces le besé. Y me besó. Y nos besamos frente a transeúntes despreocupados y comensales curiosos, a quienes descubrimos sonriendo cuando aquel beso infinito concluyó. ¡Vamonos de aquí! Dije con un rubor indistinto entre calor y vergüenza. Pero si hemos llegado… justo aquí está reservada nuestra mesa. Completamente despreocupado, señaló hacia la esquina más próxima a nosotros, donde precisamente nos esperaba la única mesa vacía.
Allí nos sentamos, tomamos un aperitivo, comimos unas tapas. Allí vimos caer la tarde de domingo y sentí cómo poco a poco se desvanecían primas vergüenzas y culpas ancestrales. Allí, donde me besé en público por primera vez… en total libertad.

#vitahayes

by Teté Marella

Del Café y las Complicidades…

En el café de las mañanas rallo un poco de nuez moscada… y con la palma de la mano derecha, en movimientos circulares, recojo las virutas que caen fuera del tazón; luego la froto contra la izquierda, y llevo ambas manos hasta mi nariz en una especie de mascarilla orgánica, improvisada. Respiro profundo y entonces llega ella… mi vieja. 
Mi viejita hermosa, plagada de canas y sin una arruga visible, como yo; rallando la nuez moscada sobre su café con leche de las mañanas. 
¡Cuánto tenemos pendiente por conversar! Desde dos espacios distintos nos miramos, y cada una sonríe a la otra… desde el recuerdo ella… desde la presencia, yo.
Sigues jugando con fuego, me dice… y yo le guiño un secreto acabado de estrenar. Ella se ríe a carcajadas, porque sabe que, siguiendo su buen ejemplo, el café lo tomo amargo… y a los hombres, sólo cuando quiero.

#vitahayes

by desconocido

Del Café y el Hacerse Viejo…

Cuenta mi vieja, cada vez con menos frecuencia, aquella ocasión en dónde, inadvertidamente, desaparecí de casa. Al no dar con mi paradero, salieron a buscarme por el vecindario. Pocos metros después me encontraron sentada, conversando, al lado de Don Juan -un vecino nuestro, cercano en aquel entonces a su octava década de vida… yo tenía apenas tres años de edad-. Momentos antes de que mi madre reparara en mi presencia, ya se escuchaba mi vocecita dicharachera replicar: «pues sí, don Juan, como le seguía diciendo, don Juan…». «Siempre has sido una vieja, -acota mi madre al rememorar la anécdota- aun cuando eras tan sólo una niña». Aquello de aprender a cantar con menos de dos años de edad y haber sido alfabetizada a los tres, no ayudaba mucho al caso. «Pero no tan sólo te has comportado como una vieja, sino que a lo largo de tu vida has disfrutado de la compañía de personas mayores que tú» -concluía sentenciosa.

¡Hummm! ¿Qué tiene la gente mayor que me atrae tanto? Algo que he atesorado a lo largo de toda mi vida: ¡Conocimiento! Ese saber ser que sólo otorga la experiencia… y además, esa actitud de «me importa un carajo lo que pienses», la cual aspiro llegar a alcanzar algún día no muy lejano.

Me estoy haciendo vieja, aunque el gringo insista que mientras él esté, ese es un tema que tengo prohibido tocar, -por cuestiones obvias, él tiene 20 años más que yo-. Dice que soy una bebé, una que se cree más vieja y más sabia de lo que verdaderamente es. Mas yo insisto. Porque no sólo veo el deterioro físicamente: estoy cada día más crocante (empiezan a sonarme cosas aquí y cosas allá), y todo lo que antes habitaba en el segundo nivel, empieza a ser afectado peligrosamente por la ley de la Gravedad, que no perdona ni hace acepción de personas.
Aunque considerablemente menos, comienzan a reflejarse también ciertos fallos cognitivos, la prodigiosa memoria empieza a fallar; cada vez son más frecuentes los episodios donde me quedo enganchada intentando recordar algún nombre o, perdida en el espacio, un rostro u ocasión. Pero donde más comienzo a sentirlo últimamente es en los afectos. ¡Sí! Emocionalmente, para bien y para mal, también nos vamos haciendo viejos.

Desconozco si en psicología existe tal concepto de «envejecimiento emocional», y lo cierto es que pocas ganas tengo de averiguarlo; sólo sé que voy experimentando una sensación completamente novedosa para mí, que siempre fui un dechado de optimismo, alegría y buena vibra. Con cada día que transcurre «¡Me vale madre!» un mayor número de cosas. Hay menos gusto por el drama. Me he vuelto intolerante ante un mayor número de personas. Pero sobre todo, lo que antes me emocionaba enormemente, ha decrecido de manera sustancial en niveles de intensidad.

Enamorada del amor, como he vivido siempre, perseguía con ahínco y devoción dicho sentimiento de enamoramiento. Tuve los mejores maestros. El juego de la seducción era mi fuerte… y disfrutaba de cada movimiento con la misma intensidad con la que suelo jugar al ajedrez (¡Gracias Papá!) o al Monopolio. Las personas apasionadas no sabemos ser de otro modo. La vida fluye con una intensidad sobrenatural por nuestros cuerpos. No solamente existimos, ¡vivimos! No solamente nos quemamos, ¡ardemos! Pero con la subida, viene también la bajada; con los altos vuelos, también las caídas; y cada vez se torna más difícil encontrar un pedazo de piel, que no se encuentre marcado por viejas cicatrices de peleas libradas en los campos del amor y la vida.

Entonces un día, te das cuenta que comienzas a fraccionar el tiempo transcurrido en función a «bajas de guerra» y «daños colaterales»… te tornas menos atrevido, más cauteloso; declaras, voz en cuello, tu disposición a reducir cada vez más el «comer mierda ajena» y lo que antes te parecían «halagos», comienzan a verse como verdaderos «acosos», los cuales son necesarios evitar a toda costa, para conservar una buena salud mental. ¡Nada! Que te ubicas con los pies firmes sobre tierra, y terminas agradecido con los lastres que antes acusabas de no dejarte volar a tus anchas. Todo esto sólo puede tener una explicación: ¡me estoy haciendo vieja!

Alegoricamente hablando, la mujeres sabemos que no todos los orgasmos son iguales. Las intensidades de los mismos varían de manera descomunal. Los hay desde pequeños corrientazos, que te producen una especie de cosquillas por todo el cuerpo, hasta verdaderas descargas eléctricas que te elevan a una especie de paroxismo cercano a la muerte. O como dice mi admirado Febo, en su atrevida y lujuriosa opinión: se pasa de «una cremosa sinfonía de la alegría», los segundos, a «una lágrima láctea que cae desfallecida» los primeros. Pues bien, algo parecido termina sucediendo con las experiencias vividas. Las emociones, en su descubrimiento original, son percibidas en su máxima intensidad; aunque a medida que se van sucediendo una y otra vez en el tiempo, comienzan a parecerse a aquellos orgasmos menores, todavía satisfactorios pero… nada que ver.

Envejecer es para valientes, me lo dice el gringo todo el tiempo; como alentándome para que no desfallezca en el intento de mantenerme a flote en esta carrera contra el tiempo, que indefectiblemente terminaremos perdiendo. Envejecer es para valientes, ¡sí señor!, sobre todo cuando reparas en el hecho de que muchas de las cosas que creías blindadas, porque al ser inmateriales nadie te las puede arrebatar, no lo están. También son susceptibles a perderse… y definitivamente son para nada eternas.

Una de las pocas cosas buenas que todavía logro extraer de este envejecimiento emocional, es la desdeñada mirada hacia el futuro. El futuro es aquella dimensión tiempo-espacio, en donde probablemente no llegaremos a estar. Le pertenece a la juventud. Esa misma juventud que es desperdiciada en los jóvenes, como decía Bernard Shaw. Máxima incomprensible la primera vez que la escuché de labios del gringo (con apenas yo una veintena de años)… y pensar ahora, qué bien me calza el sombrero. La impertinencia propia de la juventud no me exaspera, por el contrario, la encuentro terriblemente graciosa. Me provoca una sonrisa maquiavélica el pensar que no hace tantísimo tiempo yo también estuve ahí: afirmada en el pedestal de los que creen saberlo todo a sus treinta y a los veinte sufren la terrible carga de la inmortalidad.

Yo, que siempre estuve rodeada de gente mayor, comprendo ahora esas miradas condescendientes ante la insolencia que exhibía. Y ahora que me ha tocado seguir sus ejemplos y sus pasos, entiendo tan bien el porqué los hombres de mi vida, en algún momento, como respuesta a las impertinencias de mis años mozos, han terminando mandándome a la mierda.
Unos han encontrado el perdón en sus corazoncitos, y ahora somos los mejores amigos posible; otros, a pesar de todo el tiempo transcurrido, todavía no me dirigen la palabra…

¡En fin! ¡Ame! Ame todo cuanto pueda, ahora que todavía reconoce al sujeto amado y se reconoce a usted mismo. Ame, mientras las fuerzas físicas le acompañen; pues la pasión sí que es una verdadera descarada, y aunque coquetea con todos, se entrega tan sólo a los más aguerridos. Ame, antes de que la rutina, las vivencias, la vida misma termine de robarle la poca inocencia que le queda (si es que le queda alguna) y el amor alcance su inevitable destino ágape, en donde reina la serenidad, la comprensión y el más absoluto de los aburrimientos.

«Vuelve a leerlo dentro de veinte años», es la recomendación del gringo, una vez concluida mi lectura.

#TrancasB
Abril 2021

El Flautista

Le sorprendió la indelicadeza de sus dedos al tocarla. Llevaban prisa por asirla, por hacer realidad aquel sueño que venía comiéndole la cabeza hacía días atrás. La tenía enfrente, mas todavía no podía creerlo. Había nacido incrédulo de vocación. La agarró con desespero, -ella se dio cuenta-, y logró medir con el propio puño lo abundante y generoso de sus labios salados… húmedos, lampiños y resbaladizos. Sintió una descarga en medio de la espalda, y a la vez un deseo incontrolable de apremiar aún más sus prisas, cuando ella le susurró al oído: «tengo que irme». Lo había hecho adrede, había esperado hasta el último instante de aquel primer encuentro, para arrimarse a él -poco después de que él intentase besarla y ella le respondiera colocándose nuevamente la mascarilla, mientras sonreía y, jocosamente, presentaba su negativa con un gesto airado de su cabeza moviéndose de lado a lado.
Dejó que ella le sacara la mano del pantalón, tan sólo para poder rogarle que le dejar verla un poco más… y, sin quitarle la vista de encima, la tocó justo al centro del pecho, como si sus dedos fueran la llave que diera paso al deseo. Cuando dirigió sus manos hacia la derecha, ella liberó de su prisión de encaje el seno izquierdo. Él sonrió, pareció gustarle evidenciar su preferencia… y entonces fue allí donde se produjo la magia.
Toda la desesperación con que había intentado complacerla en un principio, se esfumó de a una. Parsimonioso, procuró con sus labios el oscuro pezón. Cuando lo tocó, lo hizo con tal maestría, tan delicadamente, con tanta ternura… como un niño agradecido ante el alimento que se le ofrece.
Y fue hombre,
y fue niño,
y fue el orgasmo con el que ella le evocaría aquella misma noche, a solas con su recuerdo.

#TrancasB

by desconocido

¡Feliz!

Estoy feliz de haber crecido entre personas gordas, viejas, negras… porque con ello aprendí a amar, desde muy temprano en la vida, a «los distintos del mundo». Aprendí a calibrar la belleza en su justa medida y a encontrarla en los lugares más insospechados. Aprendí a amar la profundidad con que nos viste la inocencia y a traspasar la apariencia con una sola mirada… hasta percibir la verdad que avergonzada se oculta a los ojos del mundo, sin tener porqué. Qué inefable e inusual privilegio, encontrar significado donde otros sólo hayan vacío y soledad.
¡Qué privilegiada he sido toda mi vida!
Y yo sin saberlo… ^_~

#vitahayes

by desconocido

CUESTIÓN DE SESEO…

(… a Dani Grustán I.)

Hace poco he leído por primera vez la palabra «Zancochero»… y fue tal la curiosidad que me provocó, que terminé aproximándome al diccionario en busca su significado. Dicho vocablo es utilizado como sinónimo de «Cotilla», que a su vez designa a todo aquel que gusta inmiscuirse en asuntos ajenos. ¡Venga! Un entrometido, un chismoso. -Entonces, comienzan a resonar paralelismos en mi cabeza-.

Inevitablemente, y como buena dominicana que soy, fue imposible ignorar el enorme parecido que «Zancochero» tiene con uno de los platos insignia de la Gastronomía Dominicana: el adorado «Sancocho» -suculento cocido de diversas carnes y viandas en abundante caldo y esencias aromáticas, situado entre una mezcla de sopa y cocido-. Y como una cosa va llevando a la otra, encontré además que en otros lugares del mundo llaman «Sancocho» a las comidas que están mal guisadas o incompletas. Nada más opuesto al uso dado en Dominicana.

Casi por casualidad, encontré también la «SopaBoba», la cual nace para nombrar al caldo compuesto de las sobras de comida de los conventos que, en acción de caridad, se repartía a los pobres… y que en República Dominicana define a una sopa sencilla, de pocos elementos, casi siempre compuesta por ajo, papas, cilantro y fideos -muy utilizada para restaurar el estómago en momentos de malestar y aportar energía de los carbohidratos y, en su ausencia de proteínas, caracterizada precisamente por ser bastante ligera.

Resulta que SopaBoba tiene más de un significado: además de ser sinónimo de «estar de gorra» -es decir, tener por hábito vivir a costa ajena-, es también sinónimo de «Bodrio» -utilizado como término a todo tipo de conjunto mal compuesto o de mal gusto, especialmente en el quehacer intelectual-. Y es considerado un insulto en algunas localidades del viejo mundo.

Pero volviendo a los vocablos que nos ocupan: «Sancochero», desde una perspectiva coloquial, vendría a ser el dominicanismo que nombra a todos los que somos amantes del Sancocho, mientras que su homólogo, el «Zancochero», a aquellos aficionados a los chismes. Ambas cosas profundamente enraizadas en la cultura e idiosincracia dominicana.

De ahí que, la próxima vez que ande de este lado del charco Atlántico, -partiendo de la costumbre americana de sesear las palabras que llevan la letra «Z»-, habría que tener muy en cuenta la próxima vez que una conversación coloquial, alguien le llame «sancochero». Pues bajo una intensión discreta, en lugar de alabarle una afición, bien podría tratarse de un insulto… y usted, por ignorancia, terminar agradeciendo el agravio, sin sospecharlo siquiera.

#vitahayes

by VitaHayes

… Sitios donde Amó La Vida.

El corazón guarda lugares construidos sin tiempo ni espacio… recodos donde habitan los desencuentros, con aquellos anhelos que no pudieron ser. Allí también se amó la vida… sólo que desde una dimensión inmaterial que al mirarse de lejos, da más la impresión de un suspiro que de una vivencia.
Cerca de aquel lugar, existe otro muy parecido donde habitan los sueños breves, aquellos que sí sucedieron pero que por su brevedad y perfección, han de ser guardados en el acápite de los inefables.
Hay madrugadas tan tibias, tan céfiras, en donde mi alma vaga de un sitio al otro, en una especie de sinrazón que lleva tu nombre.
Allí me encuentro hoy… evadiéndome.
En el imposible de situarte entre la dicha inmensa de mis brevedades o el placer sutil de mi más caro anhelo.
Allí me encuentro hoy… y todo sabe a ti.

#vitahayes para #TrancasB

*

Muy cierto, y también dije hace tiempo que esos sueños compuestos de inasibilidad inefable, pero tan reales y táctiles, de alguna forma deben someterse a la experiencia propia y también irradiar sustancia de vida en el otro soñado. Ser o no consciente del hecho abarca otros territorios.
Inad Natsurg

Del Café y las Listas de Tía Tere…

Desde #TrancasB

#TrancasB

(… a Teresa PérezCid)

Mi tía Teresa tenía una «lista negra». En sus inicios, nació tan sólo como una simple lista: llegado el día de su cumpleaños, cada 03 de Octubre, colocaba justo al lado del teléfono un bolígrafo y la misma libreta de todos los años. En la siguiente página en blanco anotaba la fecha -imagino que para llevar un registro en el tiempo-  y, café en mano, daba inicio con este breve ritual al famoso listado. A lo largo del día, anotaba en ella todas aquellas personas que la llamaban para felicitarla por la celebración de su natalicio.

Inicialmente se pudiera pensar -y de seguro más de un pariente así lo hizo- que allí sementaban su gracia quienes teníamos la fortuna de acordamos de tan excelsa fecha y por supuesto, realizar la correspondiente llamada telefónica. La lista de tía Tere, se hizo famosa entre la familia…

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Spongeworthy…

Recuerdo aquel episodio de la afamada serie Seinfeld, llamado «Sponge Wothy», en el mismo las esponjas contraceptivas que utilizaba Eleine salieron fuera del mercado y como respuesta ante tal crisis, ella compró todas las cajas de las que pudo echar mano. La idea era, en lo adelante, evaluar si el susodicho con quien deseaba tener sexo, era de tal calibre que valiera la pena el uso de una de sus preciadas esponjas anticonceptivas. Candidatos que en un inicio le parecían la mar de interesantes, de pronto -ante la nueva y limitada cantidad de posibilidades- ya no parecían dar tanto la talla. Algo así nos sucede hoy día, con la crisis provocada por el Coronavirus. 

Esta pandemia ha probado ser un asunto muy serio. Reencontrarse con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, simples conocidos y hasta los extraños que nos son necesarios, se ha convertido en una especie de «deporte de alto riesgo», en donde nos jugamos el activo más importante del que gozamos, no todos los seres humanos, la salud.

No es de extrañar entonces que esta nueva covidianidad traiga consigo el dilema de a quién sí y a quién no, conceder el tan preciado reencuentro. Y aquí ya hemos rebasado los linderos de la mera sexualidad, pues con un beso, un abrazo, un simple apretón de manos se puede pasar, en cuestión de días, de la vida a la muerte. De ahí que aprovecho para preguntarme y de paso preguntarle: ¿se ha detenido a reflexionar quienes son esas personas inefables en su vida que le harían asumir el riesgo y colocarse en tan difícil predicamento? Si lo ha hecho ya, de seguro se habrá dado cuenta que las mismas se cuentan con los dedos de las manos… y si es usted como yo, puede que con sólo una le alcance. Jajajajajajaj! ^_~

A veces nos es necesario atravesar por toda una crisis mundial, para darnos cuenta de cuáles cosas son verdaderamente importantes en la vida… otras, no hay que poner a todo el globo terráqueo en riesgo para reconocer la amistad genuina, el interés correspondido, los intercambios que nos enriquecen o los verdaderos maestros en el arte de vivir. A veces, basta con sólo madurar. Reflexionar. Crecer.

Dice mi amiga la escritora y poeta puertorriqueña Blanca Miranda, que llegados a este punto de su auto-cuarentena, de casi 5 meses ya, se ha dado cuenta que no tiene la necesidad de filtros ni fingimientos innecesarios. Vivimos tan pendientes de lo que los demás pensarán de nosotros si hacemos esto o decimos aquello, que terminamos como marionetas cuyos hilos mueven las circunstancias a su antojo. Bueno, yo -al igual que Blanca- he dicho ¡BASTA! Ahora toca vivir… no fingir.

En lo adelante, evalúe con detenimiento quién es quién en su vida, qué cosas verdaderamente le son necesarias para vivir cómodamente (como el café, por citar un ejemplo), procure sólo cuanto lo enriquezca, no lo que le reste, y luego deshágase de todo lo demás. No es sólo cuestión de restaurar su Chi (o como quiera que le llame usted a su energía vital) y verle fluir sin obstáculo alguno… sino más bien de recordar que, al menos en su vida, usted quien escribe la trama de la historia. Sólo recuerde, ya para finalizar, que en las películas y series de hoy día, ya no hay vacas sagradas y hasta a los protagonistas le arrancan la cabeza… y que las cercas, representan encierro sólo dependiendo desde donde se miren. Ejercite la libertad de elegir su destino… ¡Ah!, y procure también, en el proceso, convertirse en alguien por quien valga la pena gastarse una esponja, (guiño cómplice). 😉

#TrancasB

by desconocido